"Cuando sientes que has conseguido una victoria sobre tu naturaleza inferior, se modesto. Y para ser modesto, debes pensar que no es a ti a quién corresponde el mérito, sino al Señor que te ha dado el poder de dominarla. Por lo tanto, después de cada victoria dí: «No es a mí Señor, no es a mí, sino que es en Tu nombre en quién revierte la gloria. Si no, te arriesgas a caer en las trampas del orgullo y de la vanidad, como ya les ha ocurrido a muchos. Y cuando se te felicita porque has actuado bien o hecho un buen trabajo, dí de nuevo: «No es a mí Señor, es en tu Nombre en quién revierte la gloria». Porque si te elogias, sucede que, sin querer, los otros te tienden trampas: estos elogios pueden hacerte perder la cabeza. Hay que trabajar para la gloria de Dios, y si te alaban, traslada estas alabanzas a Él. Con esta actitud te revelarás como su servidor. Tu verdadera gloria, no es tu gloria personal, sino la gloria de Dios."
Omraam Mikhaël Aïvanhov |