El Señor existe con forma y sin forma.
El egoísta imagina al Señor sin forma, mientras que el humilde reverencia al Señor con forma.
Al primero no le resulta posible transmitir al Señor, mientras que al segundo le resulta posible transmitirlo, ya que la transmisión por medio de la forma es más fácil que sin la forma.
¡Bienaventurados los humildes que se inclinan ante el Señor en la forma, ya que su ego permite la transmisión de la Luz trascendente!
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