Hoy en día no es fácil hablar de la paternidad, dada las familias rotas, la ausencia del padre debido a fuertes cargas absorbentes de trabajo, o a las distracciones que ofrecen los medios de comunicación. Incluso la experiencia de un padre autoritario o injusto dificulta pensar y tratar a Dios como Padre y poder entregarse a Él con confianza.
Sin embargo, la Revelación nos ayuda a superar estas dificultades, pues nos presenta que Dios es un Padre que nos ama hasta el extremo de entregar a su propio Hijo para salvarnos. Jesús nos muestra que Dios es un Padre bueno que acoge y abraza al hijo perdido y arrepentido; es un Padre amoroso que apoya, ayuda, acoge, perdona y salva, con una fidelidad que supera inmensamente a la de los hombres.
|