Dvorak:Symphonie Nr.9
EL FIN DE NUESTRO BEDALIA El automóvil (Bedalia) que había sido guardado bajo la casa debía ser remolcado y reparado. Para ello se contrató un mecánico por unos cuantos días; este trabajo lo continuó un empleado de Los Angeles. Luego los Heindel partieron hacia Los Angeles, con el que parecía ser un auto nuevo al amanecer, pero nuevamente tuvieron problemas con el mecanismo de Bedalia y gran parte del día lo pasaron en la ruta. No habían caminos pavimentados entre Los Angeles y San Diego en esos días; eran todos de tierra y con tan solo dos carriles. Naturalmente el tiempo de viaje era mucho mayor; finalmente llegaron a Los Angeles una vez llegada la tarde y luego de un descanso nocturno las compras necesarias fueron hechas y alrededor de las dos PM del otro día, iniciaron el retorno; el auto lleno hasta desbordar de vegetales, frutas y accesorios necesarios para la imprenta. Al acercarse a las veinte millas de Mount Ecclesia, Bedalia comenzó a traer problemas y se detuvo. Max Heindel intentó en vano repararlo, luego un gran vehículo de turismo nos ofreció remolque hasta Oceanside. Así Bedalia fue enganchado a la parte posterior del vehículo como un buey, pero el conductor no reparó en el hecho de que nuestro auto no podía tomar las curvas tan rápidamente como él que tenía ruedas más grandes y el camino era bastante sinuoso. El resultado fue que Bedalia con Max Heindel adentro aterrizó fuera del camino, quedando firmemente enganchado en la zanja. Como el vehículo era abierto Max Heindel al salir despedido cayó sobre una pila de pasto seco, el que amortiguó la caída salvándolo de un grave accidente. Se mantuvo inconsciente por una media hora, tras lo cual pudo caminar al vehículo mayor y luego arribamos a casa al amanecer agradeciendo el estar vivos. Max Heindel se habia golpeado un brazo por lo que tuvo que permanecer en cama durante unos cuantos días. Al día siguiente la Sra. Heindel tomó un tren a Capistrano para disponer la venta de Bedalia, concluyendo así la historia que casi cuesta la vida de nuestro querido lider.
EL MAESTRO SOLICITA LA ESCUELA DE VERANO Una mañana de fin de otoño de 1.912, Max Heindel sorprendió a la Sra.Heindel manifestándole la solicitud del Maestro para iniciar una Escuela de Verano durante el verano de 1.913. La noticia casi aturdió a su compañera la que no comprendía como la llevarían a cabo contando tan sólo con una casa en la que las únicas 7 habitaciones eran destinadas a vivienda. Pero Max Heindel respondió a esto objetando que si era tal el deseo del Maestro entonces tendrían que encontrar las maneras y los medios de conseguirlos. Luego de días de intenso trabajo, ambos trabajadores pasaron seis tardes planificando como esta estupenda tarea sería realizada, sin habitaciones, sin dinero, tan solo cinco ayudantes con la Sra. Alicia Gurnez de Sacramento, la cual se había sumado a nuestro grupo. Se enviaron anuncios con la próximo lección mensual del estudiante, informando que una Escuela de Verano sería abierta el 4 de junio de 1.913 y que todos aquellos que deseaban asistir debían registrarse previamente enviando un depósito de cinco dólares. Se dijo que serían acomodados en carpa y cuarenta y un estudiantes repondieron inmediantemente. Oh! que shock! Qué se debía hacer? Cómo podrían ocuparse de toda esta gente sin facilidades sanitarias, sin electricidad, sin gas y con muy poca agua?. Pero ambos tenían a la Luna y el Sol en el Ascendente, él en Leo, y la autora tenía el Sol y la Luna en Acuario, lo que decía que ellos formaban un excelente equipo de trabajo, lo que a uno no se ocurría al otro sí. Nuevamente nuestro afortunado amigo Rollo Smith, fué el primero en ofrecerse a venir y ayudarnos en la construcción. Pero cómo serían comprados los suministros era una incógnita. Tan solo había ochenta y cinco dólares en el banco y con esta suma y los cinco dólares de los depósitos solicitados a cada asistente, ambos líderes debían comprar carpas, mantas, colchones, etc. Debían establecer una cocina apta para la comida de cuarenta y un estudiantes más los cinco trabajadores en ese entonces. Naturalmente la tarea más pesada debía recaer sobre la mujer. La Sra. Heindel permaneció despierta por varias noches planificando cómo compraría lo necesario para hacer al menos parcialmente confortables a las cuarenta y seis personas, finalmente sugirió un esquema que podría funcionar. Ella tenía un pariente que era ribeteador de ventanas en un local de carpas y toldos de Los Angeles y estaba dispuesto a dar garantía por nosotros sobre veinte carpas, cuarenta catres de armada y mantas, más cincuenta sillas plegables las que pagaríamos a los sesenta días. La Sra. Heindel también tenía una amiga que se había ocupado del correo, trabajando en una gran tienda, cuya influencia le sirvió para conseguir un crédito a sesenta días por la compra de sábanas, almohadas, etc.. Algunos de los miembros de Los Angeles vinieron a la Sede Central algunas semanas antes al comienzo de clases y ayudaron a coser las mantas o cubrecamas que fueron hechas y no compradas, la tela y el relleno de algodón fueron comprados en la tienda, así como la vajilla en general. De esta manera, la parte vital o central del problema había sido resuelta pero los Heindel no tenían por costumbre endeudarse; era una regla para ellos el pagar sobre la marcha y prescindir de lo que no pudieran pagar hasta poder hacerlo. Durante este tiempo de todos modos dependía del pago en tiempo de sus estudiantes, de la pequeña suma de u$s 25 por cada uno por el primer mes de casa y comida, pago con el cual cancelarían lo adeudado. La construcción original se ubicaba sobre la ladera de una pendiente, una pequeña colina, dejando libre un amplio espacio en el sótano. El Sr. Rollo Smith había construido este espacio con madera dura, a la que se le anexó una cocina usada con la cual cocinaría para esos sesenta estudiantes hambrientos más los trabajadores. La noticia más alegre vino cuando Fred Cartter, joven hombre que había aprendido enfermería y hecho un curso de cocina vegetariana en el Sanatorio de Battle Creek, se ofreció a venir y cocinar gratis. Bien, todo parecía estar funcionando bien, salvo por el hecho de que al estar Mount Ecclesia a unos tres kilómetros de Oceanside, no había hielo, gas, ni electricidad, se utilizaba aceite de carbón y hulla para las lámparas y destilado como combustible en la cocina. CIUDAD DE CARPAS Fué una maravillosa apertura de la escuela de Verano en Mount Ecclesia. Los estudiantes, muchos de los cuales estaban acostumbrados a una lujosa y cómoda vida hogareña se adaptaban alegremente a esta vida dura, estando todos dispuestos a prestar su ayuda. Los estudiantes se turnaban para poner la mesa en el comedor y lavar y secar la vajilla. Cada carpa tenía dos catres y un pequeño mueble casero con un pequeño espejo, una lámpara de aceite y dos banquillos de campo completando el mobiliario. Nunca hubo desde esta primer escuela de verano una atmósfera tal de compañerismo y alegría en ninguna de las escuelas posteriores. Cuando los estudiantes deseaban tomar un baño caminaban tres kilómetros a través de los polvorientos caminos que los llevaban al Océano y sin embargo estos baños eran los más exquisitos de todos los placeres.
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