Aunque todos nosotros nacemos en este mundo con un propósito único individual, los iniciados enseñan que también existe
un propósito general que todos compartimos (la corrección espiritual, o Tikún). Estamos aquí para transformarnos y limpiar
nuestro “equipaje” de vidas pasadas para así poder alcanzar nuestra corrección y por último, nuestra perfección.
Todos estamos destinados a realizar esta corrección. Nos guste o no, todos vamos a cambiar. No depende de nosotros. Lo
que sí depende de nosotros es cómo cambiaremos.
Al analizarlo, realmente se nos ha dado una sola opción en la vida. Podemos escoger cambiar de manera proactiva, o
podemos ser forzados a cambiar de manera reactiva.
El camino proactivo de cambio comienza cuando nos vemos a nosotros mismos y decimos: “Esta no es la persona que
quiero ser”. El simple hecho de tomar la decisión de cambiar es dar un gran paso hacia adelante, ya que está en
nuestra naturaleza ser dominados por el Deseo de recibir sólo para nosotros mismos, la parte de nuestra naturaleza
que es egoísta, molesta, limitada, que quiere permanecer en la comodidad; la parte que nos controla; la parte de
nosotros que es la víctima. Salir de esta mentalidad y comprometerse con la espiritualidad es de hecho bastante
sorprendente y no todo el mundo decide hacerlo.
El camino reactivo de cambio es impuesto en nosotros a través de eventos externos y sus efectos. Puede manifestarse
como la pérdida de nuestro empleo, nuestros amigos, o peor: perder la salud o la pareja. Si no buscamos ver
voluntariamente una necesidad para cambiar, el caos activado a partir de nuestro propio comportamiento reactivo
finalmente nos despertará para transformarnos.
En un sentido espiritual, estos dos caminos no son de igual valor. Una persona que ha escogido conscientemente
hacer el trabajo espiritual de transformación revela más Luz en comparación con quien simplemente está
reaccionando a las fuerzas externas. Y ya que estamos todos conectados, lo que manifestamos, es también
revelado al mundo.
De una forma u otra, llegaremos de manera individual y colectiva a la realización y la perfección que están
destinadas para nosotros. Si no es en esta vida, entonces será en un tiempo de vida futuro.
Nuestro libre albedrío yace en cuál camino escogemos: El camino de la responsabilidad y la
transformación personal, o el camino del sufrimiento.
De cualquier forma necesitamos saber que nuestras acciones pueden ayudar al mundo así como a
nosotros mismos, o herirnos y herir al mundo también.
Depende de nosotros.