Levántate y anda
Una vez, en mi angustia, clamé fuertemente al Señor, y le dije:
"¡Dios mío, ayúdame! Mi vida no vale nada y se me escapa
de las manos. Quiero ser feliz, quiero encontrar el sentido..."
El Señor me miró fijamente, con enormes ojos compasivos.
Y entonces, con una sonrisa llena de amor, me tomó de la mano
y me dijo: "¡Levántate y anda!"
Yo me quedé confundido y consternado. Le dije:
"...pero Señor, yo soy solamente un niño, un joven.
¿Cómo me mandas a mí?"
Eso ya lo se. No digas que eres un niño, porque yo te he escogido
desde antes que nacieras para ser Mi Hijo, y te he regalado mi Espíritu,
que habita en ti. ¡Levántate y anda!
"...pero Señor, yo soy ignorante, no se nada, no soy sabio."
Eso ya lo se. Mi Padre no ha escogido ni a sabios ni a poderosos
para llevar su mensaje. Solo quiere hombres y mujeres dispuestos
a decir que sí para actuar en ellos, y se goza en tu sencillez y pobreza.
¡Levántate y anda!
"...pero Señor, yo no se hablar, no tengo lengua suelta."
Eso ya lo se. Yo te voy a ayudar. El Espíritu Santo pondrá en tu boca
Palabras sabias para que puedas confortar a tus hermanos,
y te recordará
todo lo que has aprendido de mí. ¡Levántate y anda!
"...pero Señor, tengo muchas ocupaciones, no tengo tiempo."
Eso ya lo se. Pero cuanto me regales de ti, yo te prometo que yo
te lo multiplicaré al ciento por uno, incluido tu tiempo.
¡Levántate y anda!
"...pero Señor, el camino es muy difícil, lleno de piedras y cuesta arriba."
Eso ya lo se. Yo mismo ya lo he recorrido, hasta la Cruz. Pero el camino
del cielo es así, para que cuando mueras conmigo, también resucites
conmigo y seas heredero de mi gloria. Además, yo estaré contigo
todos los días de tu vida, para ayudarte. ¡Levántate y anda!
"...pero Señor, yo soy un pecador, no soy ningún santo, yo no puedo."
Eso ya lo se. No me importan tus pecados, me importas Tú, y te amo
como eres. Es necesario que así des testimonio de mi acción en ti,
y los demás reconozcan que Dios fortalece a los débiles, y así seas
un signo de esperanza. ¡Levántate y anda!
"...pero Señor, hay mucho odio, mucha soledad,
el mundo no te quiere
ni quiere escuchar tu mensaje."
Eso ya lo se. Pero quiero que tu vayas, te escuchen o no te escuchen.
Es necesario que la luz brille en las tinieblas, y desde tu bautismo
tú eres luz del mundo y sal de la tierra. ¡Levántate y anda!
"...pero Señor, ya soy muy anciano. ¿Qué puedes esperar de mí?"
Eso ya lo se. Si Abraham y Sara e Isabel y Zacarías pudieron tener
un hijo en su vejez, yo puedo también obrar milagros enormes en ti
para que des mucho fruto, si tu lo quieres y me crees. Además,
necesito de tu experiencia y de tu sabiduría para compartirla
a los demás. ¡Levántate y anda!
"...pero Señor, yo no te pedí eso, te pedí la felicidad y el sentido."
Con gran compasión e infinito amor, me abrazó, y me dijo al oído:
ESO YA LO SE. Pero tu felicidad se encuentra escondida en Dios,
y para alcanzarla en esta vida,
tienes que vivir la misión que mi Padre
te ha encomendado, tal cual hice Yo.
Y cuando la completes, yo mismo
te estaré esperando en Mi casa, que es la de mi Padre y es tuya,
con una corona para ti, por ser un siervo fiel y bueno.
Yo estoy contigo. Por favor,
¡LEVÁNTATE Y ANDA!
No dije más. Me enjugué las lágrimas, y tomado de su mano
me levanté, y me puse a caminar. No se qué pase mañana,
no se qué hará el Señor de mí. Pero hoy se que mi vida no sería
tan feliz ni tendría sentido si el Señor no me hubiera dado la mano,
me hubiera levantado y me hubiera encomendado una misión,
la cual hoy amo con toda mi vida.