La certeza…
Liberador es cuando comprendemos que todo
lo que nos ocurre tiene un sentido,
que no responde a una fútil casualidad
sino a un desencadenamiento de procesos
substanciales para la formación de nuestro ser.
Todo lo que sucede es necesario vivirlo,
por dura que a veces parezca esta afirmación,
ayuda, en última instancia, el llevarla consigo.
Ante la adversidad o ante el viento
propicio una firme certeza,
no dependiente de nada
y en sí misma asentada,
pronostica un destino floreciente.
Estar ya es ser. La certeza de
que todo tiene un sentido es
ya dar sentido a todo.
La razón no puede abarcar eso,
pero sí la intuición, que tiene su propia
cognición silenciosa cargada de destellos,
de verdades que rozan el corazón
con soplos únicos de entendimiento instantáneo.
Saber solamente, sin más instrumentos
que esa certeza íntima que penetra
al ser de su infinitud, es ya una realización
elevada de unidad con la vida.
El camino prosigue. Y el misterio de la vida
se convierte así en néctar que desvela
y alimenta el alma del buscador, que es,
en esta perspectiva, lo buscado.
Lo hallado. La verdad poética.
Lo que merece ser encontrado;
y sin duda así será,
si la convicción es firme.
Si la certeza resplandece en el corazón.