EL JUEVES SANTO
Para preparar el Rito de la Eucaristía, que tuvo lugar el Jueves Santo, Cristo
comisionó a dos de Sus discípulos para ir a la ciudad, donde encontrarían a un
hombre con un cántaro de agua. Debían seguirle hasta una casa en la que debía
prepararse una gran "habitación superior" para la llegada del Maestro y Sus
discípulos. Irían a celebrar juntos allí la cena de Pascua.
Estas instrucciones son, realmente, un anagrama críptico perteneciente al
desarrollo esotérico del aspirante. El hombre que lleva un cántaro de agua hace
referencia a Acuario, el signo del Portador de Agua, regente de la Nueva Edad, en
que el espíritu de la verdadera iluminación será derramado de nuevo sobre toda la
carne, y cuya preparación tenía lugar entonces. La "habitación superior" es la cabeza,
la cual, cuando está "amueblada y a punto", gracias al despertar de los centros
espirituales de su interior, proporciona la visión de los mundos internos y superiores.
Con la glándula pineal y el cuerpo pituitario despiertos y activados, se levanta el velo
del Sancta Sanctorum y el hombre se encuentra en presencia de su propio Yo
Superior, como creado a imagen y semejanza de Dios y capaz de manifestar los
poderes del hombre crístico.
A la luz de esta lectura simbólica, puede deducirse cuál era el status espiritual
de Pedro y Juan, los dos discípulos enviados delante por el Maestro. Ambos habían
sido ya encontrados dignos de entrar en la "sala superior". Suyo era entonces el
privilegio de preparar el camino para cualquiera que, en cualquier tiempo futuro,
desease seguir sus pasos.
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