Cuando percibo discordia entre las personas, quizás me pregunte cómo podemos llegar a vivir en paz. Mas yo puedo ser parte de una alternativa pacífica. Sé que todas las personas provienen de la misma fuente divina.
Cada persona de cada religión, tradición, estilo de vida y nacionalidad es una creación de Dios. Todos somos miembros de la misma familia espiritual.
Aunque los miembros de la familia no siempre puedan estar de acuerdo, ellos comparten el amor de Dios. Como rayos en una rueda, no importa en qué dirección cada uno de nosotros vaya, todos estamos unidos en el centro.
Al mirar los rostros de mis hermanos y hermanas espirituales, veo la luz de Dios en cada rostro y les envío amor.