El mundo -los demás-, no nos causa “heridas”. Aquello que definimos con ese adjetivo (herido), o bajo la forma de verbo transitivo (herir) es lo que elaboramos según nuestras creencias y filosofía particular de existencia y corresponde a las percepciones de nuestras mentes: lo que interpretamos como proveniente del exterior proviene de nuestras conformaciones, de las imágenes que cada uno de nosotros dibuja y ve a su manera.
Cuando logramos entender esto, podemos determinar el perdón, que es nuestra acción de armonía con las decisiones y acciones de otras mentes.
Las culpas, los resentimientos y los recuerdos amargos que cargamos son sólo nuestras reacciones ante ese mundo que vemos, hacen parte de nuestra visión. Cuando fijamos todo aquello como una realidad quedamos atrapados en ese espejismo.
Como viajeros sedientos y fatigados por el desierto, esos espejismos están en nuestras mentes y no en el extenso y árido paisaje. Afuera es sólo la pantalla en que proyectamos nuestros sueños y nuestras pesadillas. -Muchas veces nuestros sueños pasan a ser pesadillas para nosotros cuando otros no cumplen las funciones que les hemos asignado, cuando actúan desde su libre albedrío y personalidad papeles distintos a los que les hemos impuesto. Al fin de cuentas cada uno representa su propio personaje en este tinglado efímero.
La paz llega al caminante cuando logra acoplarse a las representaciones de existencias que su mente y las mentes de otros representan sobre el escenario en las experiencias trazadas por las almas.
Cuando somos conscientes sobre las condiciones inherentes a este mundo podemos darnos cuenta que todo está enlazado y que ocurre según las características propias de cada uno, por lo que podemos entender que cada mente decide sólo lo que puede decidir desde su posición y creencias.
Cuando esas acciones y decisiones son emprendidas desde una elección de separación -o sea desde una mentalidad egoísta- nos separamos de otros, nos des-integramos y nos involucramos en la trama del conflicto, del sufrimiento y de la retribución negativa o destructiva.
"De todas estas ilusiones, ¿cuál es más real?, es la pregunta fundamental que nos plantea el Maestro en Un Curso de Milagros.
Y a cada quien se le concede según su elección y según las creencias y sentimientos que asume en su mente.
La paz es solo el resultado de la comprensión y de la integración solidaria con otras mentes, lo que nos permite liberarnos de los yugos de nuestros egos demandantes y ambiciosos.
Hugo Betancur (Colombia)