"«No se puede amar lo que no se ve», dicen algunas personas para
justificar su indiferencia hacia Dios. Lo que sucede es que no
buscan la manera de saber bajo qué forma se presenta a nosotros.
¿Acaso un bebé que acaba de nacer ama a su madre? No la conoce,
no es consciente de lo que ella representa para él, y no podemos
llamar amor al lazo que le une a ella. Pero ama el seno que lo
alimenta, es una primera etapa. Más tarde amará la mano que lo
lava, lo acaricia y que toma su mano para enseñarle a caminar.
Después, aprenderá a apreciar el rostro de su madre, su
sonrisa, sus palabras, y un día amará también su alma. Lo
mismo sucede con el amor hacia Dios. El nombre bajo el cual
nuestro amor Le conoce: vida, bondad, belleza, luz, paz,
alegría… determina nuestra edad espiritual y Lo vuelve visible
para nosotros. "
(Omraam Mikhaël Aïvanhov)