Cuanto mejor comprenda el hombre a su semejante, tanto más fácil le será perdonarlo, e incluso amarlo.
El Libro de Urantia, Pág. 38
¡Cuánta sabiduría en tan pocas palabras! "Dios ama a cada uno de sus hijos en forma individual, como una personalidad sin duplicado en el infinito, como a una criatura ireemplazable."138 y por lo mismo, sabe que a pesar de nuestras buenas intenciones y de nuestros deseos sinceros de perfección, solemos faltar a nuestros propósitos y caemos en faltas y volvemos a tropezar con las mismas piedras...pero él está siempre pronto a perdonarnos, porque sabe que "la perfección es nuestra meta eterna, pero no nuestro origen" 846
Nuestro Padre, está siempre pronto a perdonarnos, pues "su corazón no se cierra jamás a las necesidades y solicitudes de sus hijos, son ellos quienes se alejan de él"64 Si siempre está dispuesto a perdonarnos, se debe a que no solamente nos conoce como raza, sino principalmente a que nos conoce en forma personal.
En cambio a nosotros, nos cuesta tanto perdonar a los que nos ofenden, porque el que se siente herido es nuestro ego...pensamos en nosotros pero no nos damos ni un minuto de tiempo, para pensar en lo que ocurría en la mente de nuestro enemigo o adversario cuando nos hirió, no tenemos la menor empatía hacia él. Cuando uno se pone en los zapatos del otro, es mucho más fácil el comprender los motivos de las conductas ajenas y al comprenderlas nos resulta fácil el perdonar, porque la gran mayoría de las veces no hay maldad, sino circunstacias de la vida que hacen que las personas actúen mal.
Si practicáramos la empatía con nuestros semejantes, nuestra vida podría ser mucho más serena y feliz, porque "puedes descubrir los valores de las personas, descubriendo sus motivaciones. Si alguién te irrita y te produce resentimientos, debes buscar con simpatía el discernimiento de su punto de vista y las razones que lo impulsan a una conducta reprochable. Una vez que entiendas a tu prójimo te volverás tolerante y esta tolerancia crecerá en amistad y madurará en amor"1098 porque al comprender a la otra persona, nos daremos cuenta que es más digna de lástima que de rencor. Además no debemos olvidar que el rencor daña solamente al que lo siente...
Para perdonar, no exijamos que sea el agresor quien cambie, pues ¡somos nosotros los que debemos cambiar! mientras no tengamos empatía y amemos a la gente...nuestro perdón más bien será una farsa para acallar la conciencia ...pero no será sincero, porque perdonar es sinónimo de amar... y amar es olvidar los olvidos y los rencores... Recordemos que para ser perdonados por nuestra faltas, primero debemos perdonar nosotros a los que nos ofenden.
Incluso Jesús nos dijo que si al ponernos a orar recordábamos que estábamos enojados con nuestro prójimo, primero debíamos ir a buscar la reconciliación, así es de importante el saber perdonar y amar como si la ofensa nunca hubiese existido, como Jesús que desde la cruz le pidió perdón por los que lo crucificaban, abogando que no sabían lo que hacían...
yolanda silva solano