La religión ha de actuar como sal cósmica, que previene la destrucción del sabor cultural de la civilización por los fermentos del progreso.
Libro de Urantia. Pág.1087
En un mundo en donde cada día surgen más y mejores adelantos técnológicos y científicos de todo tipo, la religión parece verse disminuída en la fe de sus seguidores si continúa aferrándose a lo establecido en forma dogmática, por eso es preciso que reaccione porque "la religión debe volverse una influencia poderosa para la estabilidad moral y el progreso espiritual que funciona dinámicamente en medio de estas condiciones constantemente cambiantes y de adaptaciones económicas interminables La sociedad de Urantia no puede esperar establecerse como lo ha hecho en eras pasadas. El barco de la sociedad ha zarpado de las bahías protegidas de la tradición establecida, navegando en los mares del destino evolucionario; y el alma del hombre, como nunca antes en la historia del mundo, necesita estudiar cuidadosamente sus mapas de moralidad y observar con gran cuidado la brújula de la guía religiosa. La misión principal de la religión como influencia social, consiste en estabilizar los ideales de la humanidad durante estos tiempos peligrosos de transición de una fase de la civilización a otra, de un nivel de cultura a otro." 1086
Y esto no se consigue con prohibiciones, sino muy por el contrario entregando todo el sabor del amor y la sabiduría divina a los cambios de la sociedad. La pasividad de los creyentes puede conducir a la destrucción, el dejar hacer puede ser muy cómodo, pero es nefasto porque es dejarle el camino libre al error y al mal. El silencio se convierte en cómplice de lo indebido y debemos recordar que muchas veces los pecados de omisión son los peores, porque pudiendo hacer algo no hacemos nada.
"La religión de la experiencia viviente no encuentra dificultad alguna en mantenerse al ritmo de todos los desarrollos sociales y trastornos económicos, entre los que funciona siempre como estabilizador moral, guía social y piloto espiritual. La verdadera religión lleva de una era a la otra la cultura valiosa y la sabiduría que nacen de la experiencia de conocer a Dios y de tratar de ser como él. Porque "el reino de los cielos no es un orden social ni económico; es una fraternidad exclusivamente espiritual de los individuos que conocen a Dios. Es verdad que tal hermandad es en sí misma un nuevo y sorprendente fenómeno social que produce asombrosas repercusiones políticas y económicas."1088 Pero esto sucede solamente cuando la religión se refleja en forma personal y particular en la vida de cada uno de los creyentes, porque ella es "válida, sólo cuando revela la paternidad de Dios y la hermandad de los hombres."1572
No debemos refugiarnos en la religión como una forma de mantener nuestra paz interna, porque como no somos seres aislados, debemos hacernos conscientes de nuestra pertenencia y participación cósmica. "La religión no es una técnica para llegar a una paz mental estática y feliz, sino que es el impulso hacia la organización del alma para el servicio dinámico. Es poner la totalidad del yo, para el servicio leal del Dios amante y para servir al hombre."1096
"La comprensión de la religión no ha sido nunca ni será jamás dependiente de gran saber o de lógica ingeniosa. Es discernimiento interior espiritual, y ésa es precisamente la razón por la cual algunos de los más grandes maestros religiosos del mundo, aun los profetas, a veces han poseído tan poco de la sabiduría del mundo. La fe religiosa está al alcance tanto de los cultos como de los incultos. La religión debe ser por siempre su propio crítico y juez; no puede ser observada, ni mucho menos comprendida, desde afuera. La única seguridad que tienes de un Dios personal consiste en tu propio discernimiento en cuanto a tu creencia en las cosas espirituales y experiencia con ellas."1107
La experiencia personal, la aplicación de la religión en nuestra vida diaria, es la única realidad verdadera y de valor de sobrevivencia eterna y que puede darle al mundo el sabor de la sal cósmica que tanto necesita para que el Reino se haga una realidad.
yolanda silva solano