Alabado seas Jesús, por tu sonrisa, por el cariño que pones en tu trato con nosotros.
Alabado seas por tu mirada que ilumina y serena, que alegra y acaricia.
Alabado seas por tus palabras que orientan y conducen, que enseñan el verdadero camino.
Alabado seas por tus manos que nos sanan, nos alivian y nos contienen.
Alabado seas por tu presencia constante, porque nunca te vas, porque jamás nos abandonas.
Alabado seas porque eres el viviente, que te levantaste victorioso de la muerte.
Alabado seas porque eres Dios, pero también quisiste ser uno de nosotros.
Amén.