Para triunfar en una empresa es necesario que el intelecto, el
corazón y la voluntad trabajen juntos. Esta unidad se encuentra
raramente realizada, excepto en los grandes santos. Y también en
los grandes criminales. Sí, y entre los grandes criminales, que
sólo piensan en hacer daño, y los grandes santos, que se
consagran al bien de la humanidad, está la mayoría de los
humanos que, al no saber poner su intelecto, su corazón y su
voluntad, con constancia, al servicio de un proyecto, oscilan
continuamente entre el buen camino y el malo y no logran hacer
gran cosa. Para el bien, lo mismo que para el mal, hay que
imponer una misma dirección a los pensamientos, a los
sentimientos y a los actos, lo que es difícil, ¡y los humanos
son tan perezosos en este dominio!
Nos extrañamos a veces que grandes criminales puedan llegar
a ser grandes santos. No, no tiene nada de extraño. Un
acontecimiento que ha ocurrido en su vida, o el encuentro con un
ser, les produjo una inmensa conmoción y, entonces, en la medida
en la que ya han realizado la parte más difícil del trabajo: la
unidad de su intelecto, de su corazón y de su voluntad, son
capaces de superarse en el bien, cómo lo habían hecho en el
mal."
(Omraam Mikhaël Aïvanhov)