"¿Qué sentimos ante un fuego? En el movimiento de las llamas hay
algo que nos incita a elevarnos del suelo, a abandonar el mundo
de la multiplicidad para volver hacia la unidad. Cualesquiera que
sean los objetos que nos retengan abajo, hay un momento en el que
debemos abandonar el mundo de la multiplicidad para tomar el
camino hacia lo alto. Así es cómo reconstituimos la unidad de
nuestro ser. Después de la dispersión, siempre debemos volver a
centrarnos en nosotros mismos y subir.
Las llamas se elevan hacia el cielo y las cenizas permanecen en
el suelo. Aquéllos que miran un fuego sienten el misterio, pero
¿comprenden acaso su enseñanza? ¡Cuántos quisieran que las
cenizas también subiesen al cielo! Quiero decir con ello que, la
mayoría de las veces, los humanos tratan de proyectar los
valores pesados y terrestres hacia lo alto, dejan que gobiernen
su vida, contrariando así el proceso natural. Pues bien, no,
para elevarnos como el fuego, debemos abandonar nuestros
intereses materiales, egoístas, y poner toda nuestra voluntad,
todas nuestras facultades, al servicio del principio divino en
nosotros."
(Omraam Mikhaël Aïvanhov)