ENSEÑANZAS DEL ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTOS QUE SE RELACIONAN CON JEHOVÁ Las enseñanzas del Nuevo Testamento relativas al Espíritu Santo, el Consolador, tan atractivas y tan agradables, hacen difícil identificar al Espíritu Santo con el vengativo Jehová del Antiguo Testamento. ¿Cómo puede reconciliarse esto?
Respuesta: Era la misión de Jehová y sus Ángeles multiplicar todo lo que está sobre la tierra. En otras palabras, El era el dador de los niños. Véase la Anunciación del Ángel a María: "El Espíritu Santo vendrá a ti, y concebirás". Allí tiene ya un eslabón de unión; pero así como cada cuestión tiene dos puntos de vista, así también tiene dos manifestaciones el Espíritu Santo. Una fase de su trabajo es hecha desde afuera como dador de la Ley, y ésta, cuando es aplicada externamente, es un amo severo que nos obliga a hacer esto o aquello o nos prohíbe hacer otras cosas. Demanda ojo por ojo, y diente por diente. Allí está Jehová, el autor de la Ley; pero cuando llega el tiempo en el que ya hemos recibido la ley dentro de nosotros, y no somos obligados externamente, el amo severo se convierte en el Consolador. El universo entero está gobernado por la Ley. Todo en el mundo descansa sobre la ley, y es nuestra salvaguarda al igual que nuestro maestro. En la mañana abandonamos nuestras casas sin preocupación, confiando en que la ley de gravedad las conservará en su lugar durante nuestra ausencia. Sabemos que al volver las encontraremos donde las dejamos, aunque nuestro planeta este rotando sobre su órbita a una velocidad de 65.000 millas por hora. Confiamos en la expansión de los gases para nuestra fuerza motriz. En fin, todo en la naturaleza está basado sobre leyes, y ya sea que lo sepamos o no, somos sus esclavos hasta que por el conocimiento aprendemos a usarlas, a cooperar con ellas, y así hacerlas que manifiesten nuestros mandatos ahorrándonos trabajo. Similarmente pasa con las leyes morales dadas por Jehová en el Monte de Sinaí. Fueron designadas para llevamos a Cristo, y cuando Cristo nace internamente, la Ley del Espíritu Santo también entra. El hombre entonces es simbolizado por el arca que permaneció en el Santo de los Santos, y tenía dentro de sí las Tablas de la Ley. Se notará que el Consolador que vino a los antiguos no era un Consolador externo, sino que trabajaba internamente, que penetró en ellos y se volvió parte de ellos. Cuando el Espíritu de la ley, el Espíritu Santo, entra en nosotros, El es el Consolador, porque entonces hacemos voluntariamente las cosas que son inspiradas por este impulso interno, mientras que nos resentimos y rehusamos hacer los mandatos del severo amo externo.
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