La acción es la
base de la creación, del crecimiento, de la plenitud, de
la armonía, del equilibrio y de la felicidad.
El hombre
debería saber actuar. Cuando no sabe actuar, sus acciones
generan consecuencias.
El hombre debe saber,
por ejemplo, cómo conducir un coche, de lo contrario,
aunque sea involuntariamente, se accidenta.
De igual
manera, el hombre debe saber como usar su mente,
sentidos y cuerpo.
Si no, las consecuencias se le manifestarán
en forma de enfermedad, como conflicto en la
vida circundante, etc.