Nos pasaran la cuenta
Zafarrancho de Limpieza,
De Odio, Rencores.
Haz limpieza total de cosas
inútiles, de viejos odios y rencores,
de recelos, de sentimientos y de pensamientos
cargados de venganza. Limpia de trastos viejos tu mente y
tu corazón. Orienta tu vida hacia nuevas
madrugadas llenas de quietud y paz interior en las que
comience a despuntar el cálido sol del amor y de
la plenitud interior. El constructor camina con lo puesto, ligero de equipaje.
Solo va cargado de un
profundo amor a sí mismo. Tiene gran respeto y consideración por sus
semejantes. Nada guarda
ni retiene y así nada le pesa ni le crea problemas. Perdonar y olvidar
las ofensas es obrar de forma
paternal, comprensiva y sobre todo inteligente, y no conceder demasiada importancia
ni a la ofensa
ni al ofensor. Odiar, por el contrario, solo demuestra escasa inteligencia
porque se le concede
demasiado protagonismo y relevancia al ofensor. Solo se odia a quien se
valora, y se considera
igual o superior a nosotros mismos. Por eso, odiar es un despilfarro del
corazón, de tiempo, y
sobre todo, de inteligencia. Cuanto más odias y con más intensidad, mayor
es el monumento que
le levantas a tu ofensor y más bajo caes tú. ¿Qué hace el constructor? Limpia
por completo su mente
y su corazón de trastos viejos, de odios, rencores, ofensas, fechorías que le
han hecho, y se coloca
en una dimensión superior como diciendo: “-No me ofendes, porque ocupamos
un plano
diferente; no me considero ni más ni mejor que tú, sino con una percepción
distinta de las cosas.
Tus ofensas no me hacen mella, entre otras cosas, porque veo que tienes
un grave problema
personal, cuando en lugar de dedicar tu tiempo a disfrutar de la vida y a
ser feliz, lo dedicas a
perder el tiempo intentando causarme algún daño. Y como no se ofende al
que quieres sino
el que puedes, yo decido que tú no puedes, no tienes la suficiente
categoría”.
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