Lo divino era para los griegos lo perfecto. El hombre logra la perfección haciendo el bien, aquello que constituye el ideal verdadero de nuestra realidad personal, la meta adecuada a nuestro ser. Incrementar la propia bondad es la mejor forma de responder a quien desee dañarnos.
Le preguntaron a Demóstenes, máximo orador de Grecia y del mundo antiguo, qué podrían hacer los hombres para parecerse más a los dioses.
Y Demóstenes respondió: “Hacer el bien a todas horas”.
Luego le preguntaron: Dime, ¿cómo haré para vengarme de mis enemigos?
Y él finalmente respondió: “Hazte mejor que ellos”.