"Aquél que no tiene el éxito que esperaba, o que se siente
incomprendido y marginado por los demás, vive estas vejaciones
dolorosamente, es natural.
Pero debe esforzarse para no dejarse
llevar por el pesimismo, por la rebeldía, porque estos
pensamientos son como un humo que oscurece el alma, que acaba
dejando huellas incluso en el rostro: su color y su mirada se
apagan, sus labios palidecen... y todas las mímicas que hace
para poner buena cara, sólo engañan a los que son incapaces de
sentir la realidad de los seres detrás de la fachada que tratan
de mantener.
Si en una lámpara de petróleo la combustión no se hace
correctamente, el cristal se ennegrece, y el humo que se escapa
va a ennegrecer también los objetos que están situados cerca de
ella. Igualmente, si la «combustión» de los pensamientos no se
hace correctamente en esta lámpara que es la inteligencia del
hombre, sólo puede producir humos que invadirán todo su ser, y
también su entorno. Es imposible no sufrir cuando uno se siente
disminuido a los ojos de los demás, pero este sufrimiento debe
abrirnos a otra dimensión."
(Omraam Mikhaël Aïvanhov)