Hay que aprender a morir. Morir a todo lo que creías.
Morir a tus creencias, a tus pensamientos pasados,
presentes y futuros, a tus actitudes,
a lo que crees que es real, a tus apegos emocionales,
a tus proyectos y sueños mundanos.
Morir a tu propia identidad, a tus recuerdos,
a tus ideas y conceptos de las cosas.
Morir al pasado y al futuro ilusorio,
para renacer en el presente y en el vacío
de todas las cosas que no son.
Recordar y así llenarte de lo que sí eres, de lo real.
Sólo en el vacío, la vida se llena de sentido.
Sólo en ese morir simbólico de todo lo que te impide ver.
Recordarás quién o qué realmente eres:
AMOR! Sólo lo real permanece. Porque sólo en ese estado,
la Luz puede manifestarse a través de ti.
Como un grifo por el que fluye el agua pura y transparente.
Sólo ahí, la gracia te inunda, te limpia, te sana y te eleva.
ERES TÚ y es en ese momento ya sólo te queda ser y servir.
Ser amor, dar amor ser infinito.
Vacío de todo, lleno de nada.
Así muero, para renacer de nuevo.
Siendo UNO contigo,
me permito ser en el vacío de mí mismo.
Pues en el vacío, la vida se llena de sentido