Gracias, Dios mío. No quiero olvidar tus beneficios. Quisiera que mi interior se llenara de gratitud para cantarte.
Gracias, Señor, ante todo por la vida.
Gracias por todos los días de mi existencia.
Gracias por las personas que me amaron y que fueron amables conmigo alguna vez.
Gracias porque me has alimentado, me has acompañado, me has ofrecido tu consuelo y tu amistad.
Gracias porque soy tu hijo.
Gracias porque puedo hacer el bien, porque siempre puedo volver a empezar.
Gracias por el aire que respiro, por la música, por la tierra, por los árboles, por las calles.
Gracias a ti, mi Señor amado, porque todo lo bueno viene de ti. Amén.
P. Víctor Fernández