“Conocer a nuestros hermanos, entender sus problemas y aprender a amarlos es la suprema experiencia de la vida”
Libro de Urantia. Pág.1431.
Jesús nació entre nosotros, para enseñarnos que el camino hacia el Padre, lo teníamos que hacer en medio de nuestra vida común y corriente, al igual que El la vivió durante 30 de sus 33 años, dedicado a su familia y a amar a sus hermanos, durante todo este tiempo, “aprendió a sobreponerse a las desilusiones, a no amilanarse cuando se frustraban sus planes y cuando sus propósitos resultaban temporalmente derrotados. Aprendió a ser equitativo y justo, aun ante la injusticia, también aprendió a ajustar sus aspiraciones, a las demandas convencionales de los acontecimientos humanos. Aprendió a transformar las dificultades temporales en triunfos para la eternidad”. Aprendió todo esto, para que nosotros pudiéramos aprender de su ejemplo.
Estas enseñanzas son las que debemos recordar en esta Navidad, recordar que El lo dio todo por amor y que nosotros, deberíamos seguir sus huellas y que junto con arreglar nuestras casas de luces y guirnaldas debemos también, preocupáramos de limpiar nuestra morada interior, sacar de ella todos aquellos recuerdos oscuros que nos llenan de resentimiento y de rabia... Hagamos a un lado esas susceptibilidades que nos alejan de los seres queridos... Seamos capaces de olvidar los olvidos...En cada hermano veamos el rostro de Jesús, especialmente en los más desvalidos...en los que nada tienen...porque “conocer a nuestros hermanos, entender sus problemas y aprender a amarlos es la suprema experiencia de la vida” 1431.
Muchas veces, salimos cargados de paquetes de la tienda, hemos gastado una fortuna, pero no somos capaces de dar una buena propina al cuidador de autos, a la persona que nos ayuda con los paquetes en el supermercado...¿ Dónde está entonces la fraternidad y el amor que debiera significar la Navidad .? ¿Qué gracia tiene amar a los que nos aman ?. El amor es dinámico y “es el deseo de hacer el bien a los demás” 648 sin importar condición ni raza.
Sería hermoso si en esta Navidad, regaláramos a quien no espera nada de nosotros, que fuésemos viejitos pascueros anónimos por amor a Jesús, porque El nos dijo que todo lo que hiciéramos al más humilde de nuestros hermanos, a El se lo hacíamos, porque “el hombre que conoce a Dios considera a todos los hombres como sus iguales”.
yolanda silva solano