AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA (I)
Cuando, en esta vida, un aspirante espiritual
descubre que puede mejorar
moral y espiritualmente por medio de algo que “surge” en su destino,
suele ocurrir que en lo primero que piensa es en cambiar su vida.
Comienza a imaginar que sus relaciones familiares y sociales
van a ser maravillosas, que el destino le traerá oportunidades de
progreso, que las elevadas vibraciones de su aura atraerán la
simpatía de los demás de forma magnética y otros hechos más. Pero
este aspirante que desea tener resultados visibles externamente
no es consciente de que los cambios que están sucediendo interna y,
como efecto, externamente, se deben a que se ha hecho más
consciente, es decir, actúa más tiempo consciente y voluntariamente
que antes que se dejaba llevar por la mente, por los deseos y
por las emociones. Si antes actuaba mecánica e instintivamente,
ahora intenta estar presente, como consciencia, para observar lo que
ocurre en sus cuerpos y así usar la voluntad para su propio
desarrollo; por consiguiente, se hace un observador de sí mismo.