EL CULTO DE MITRAS
Los misterios frigio y egipcio finalmente cedieron el paso al más grande de todos los cultos de misterio, la adoración de Mitras. El culto mitraico resultó atrayente para una amplia gama de la naturaleza humana y gradualmente suplantó a sus dos predecesores. El mitraísmo se difundió en el imperio romano por la propaganda de las legiones romanas reclutadas en el Levante, donde esta religión estaba de moda, porque ellos llevaron esta creencia a dondequiera que fuesen. Este nuevo rito religioso fue una gran mejora respecto de los anteriores cultos de misterio.
El culto de Mitras surgió en Irán y persistió por largo tiempo en su lugar de origen a pesar de la oposición militante de los seguidores de Zoroastro. Pero en el tiempo en que el mitraísmo llegó a Roma, había mejorado grandemente por la absorción de las enseñanzas de Zoroastro. Fue principalmente a través del culto mitraico como la religión de Zoroastro ejerció una influencia sobre el cristianismo que apareció más adelante.
El culto mitraico ilustraba a un dios militante que se había originado en una gran roca, que realizaba valientes hazañas, y hacía que surgiese agua de las rocas al herirlas con sus flechazos. Hubo una inundación de la cual había escapado un hombre en un bote construido especialmente y una última cena en la que Mitras celebraba con el dios solar antes de ascender al cielo. Este dios solar, o Sol Invictus, era una degeneración del concepto de deidad Aura-Mazda del zoroastrismo. Mitras fue concebido como el campeón sobreviviente del dios solar en su lucha contra el dios de la oscuridad. En reconocimiento de su matanza del toro sagrado mítico, Mitras fue transformado en inmortal, siendo elevado a la posición de intercesor para la raza humana ante los dioses de las alturas.
Los adherentes a este culto adoraban en cuevas y otros lugares secretos, cantando himnos, murmurando magia, comiendo la carne de los animales sacrificatorios y bebiendo su sangre. Tres veces por día adoraban, con ceremonias especiales semanales el día del dios sol y con la observancia más elaborada de todas en el festival anual de Mitras, el veinticinco de diciembre. Se creía que participar del sacramento aseguraba vida eterna, el pasaje inmediato, después de la muerte, al regazo de Mitras, para seguir allí en beatitud hasta el día del juicio. En el día del juicio, las llaves mitraicas del cielo abrirían las compuertas del Paraíso para recibir a los fieles; en ese momento todos los que no estaban bautizados entre los vivos y los muertos serían aniquilados durante el retorno de Mitras a la tierra. Se enseñaba que, cuando un hombre moría, iba ante Mitras para que le juzgara y, que al final del mundo Mitras convocaría a todos los muertos de sus tumbas para que se enfrentaran con el último juicio. Los malvados serían destruidos por el fuego, y los justos reinarían con Mitras por siempre.
Al principio fue una religión sólo para los hombres, y hubo siete órdenes diferentes en las que se iban iniciando sucesivamente los creyentes. Más adelante, las esposas e hijas de los creyentes fueron admitidas a los templos de la Gran Madre, que estaban adyacentes a los templos mitraicos. El culto de las mujeres era una mezcla del rito mitraico y las ceremonias del culto frigio de Cibeles, la madre de Atis.