Dios mío, tómame de la mano! Te seguiré de manera resuelta, sin mucha resistencia.
No me sustraeré a ninguna de las tormentas que caigan sobre mí en esta vida.
Soportaré el choque con lo mejor de mis fuerzas.
Pero dame de vez en cuando un breve instante de paz.
No me creeré, en mi inocencia, que la paz que descenderá sobre mí es eterna.
Aceptaré la inquietud y el combate que vendrá después.
Me gusta mantenerme en el calor y la seguridad, pero no me rebelaré cuando haya que afrontar el frío con tal que tú me lleves de la mano.
Yo te seguiré por todas partes e intentaré no tener miedo.
Esté donde esté, intentaré irradiar un poco de amor, del verdadero amor al prójimo que hay en mí.