Los salmos te ofrecen la oportunidad de descubrir pensamientos que impactan con fuerza. Son como perlas que encuentras. Puedes subrayarlos y coleccionarlos. Cuando tengas un conjunto apreciable, intenta unirlos con cierta lógica, y tendrás un precioso collar de frases luminosas para guía, consuelo y animación en tu camino. Es lo que aquí te presento: un bello collage.
En medio de tu templo, Señor, medito en tu misericordia (48). Recuerdo las proezas del Señor, sí, recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras, considero tus hazañas. ¡Oh Dios!, tus caminos son santos. ¿Qué Dios es grande como nuestro Dios? (77). Bendito seas, Señor, que has hecho por mí prodigios de misericordia. (31). Gustad y ved qué bueno es el Señor (34). ¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo? (116). Bendice, alma mía al Señor y no olvides nunca sus beneficios (103). El poderoso ha hecho obras grandes por mí, su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación (Lc 1, 49-50).
Tener fe es haber descubierto el inmenso amor que Dios tiene por ti; y, ante tan enorme y fascinante hallazgo, organizar toda tu vida como una respuesta fiel y coherente. El Espíritu de Dios, Espíritu de amor, te ayude a interiorizar este pensamiento en la meditación, porque está en el centro de la auténtica relación con el Señor. Que él te asista y te bendiga.