Esfúerzate para no ceder nunca ante el mal, sea cual fuere la forma bajo la que se presente.
Nunca aceptes que un dolor o una minusvalía física te quite el placer de vivir.
Esto es difícil, evidentemente, pero aunque estés perdiendo la vista o el oído, aunque tengas un miembro paralizado, toma conciencia de todas las facultades, de todas las posibilidades que todavía tienes, y gracias a las cuales puedes seguir actuando, aprendiendo, perfeccionándote.
Y te quedan, sobre todo, el pensamiento y el sentimiento que son los verdaderos poderes. Recurre a ellos, porque cultivando pensamientos justos y sentimientos generosos, crearás en ti disposiciones benéficas que contribuirán incluso a mejorar tu estado físico.
El mal toma a menudo las proporciones que nosotros le damos y resignándonos, dejándonos llevar por el desánimo, lo reforzamos. Pero ¿has visto cómo defiende una gallina a sus polluelos cuando se acerca un perro? Se eriza, ahueca sus plumas, cacarea ruidosamente para darle miedo. Actúa de la misma manera con el mal: ahuecate, enfrentate a él, muestrale que eres capaz de defenderte y se verá obligado a retroceder.
" (Omraam M. Aivanhov)