Jesús preveía que Matadormo, con sus riquezas, no podía de ninguna manera ser ordenado en asociación de hombres que lo habían abandonado todo por el evangelio; al mismo tiempo, veía que, sin sus riquezas, podría ser el líder máximo de todos ellos. Pero, como los propios hermanos de Jesús, nunca fue importante en el reino porque se privó de esa asociación íntima y personal con el Maestro lo cual sí podría haber sido su experiencia si hubiera estado dispuesto en ese momento a hacer lo que Jesús le pedía y que, varios años después, en efecto hizo.
La riqueza nada tiene que ver directamente con el ingreso en el reino del cielo, pero el amor por la riqueza, sí. Las lealtades espirituales del reino son incompatibles con la servidumbre a los ídolos materialistas. El hombre no puede compartir su lealtad suprema a un ideal espiritual con una devoción material.
Jesús nunca enseñó que fuera erróneo poseer riquezas. Sólo pidió que los doce y los setenta dedicaran todas sus posesiones mundanas a la causa común. Aun entonces, permitió la liquidación de las propiedades de ellos con ganancia, como en el caso del apóstol Mateo. Jesús muchas veces asesoró a sus discípulos de buena posición así como había enseñado al rico en Roma. El Maestro consideraba la inversión sabia de las ganancias en exceso de las necesidades como una forma legítima de seguro contra adversidades futuras e inevitables. Cuando el tesoro apostólico estaba lleno, Judas puso fondos en depósito para ser usados posteriormente, cuando sufrieran necesidades debido a la disminución de los ingresos. Esto lo hizo Judas después de consultar con Andrés. Jesús nunca tuvo nada que ver personalmente con las finanzas apostólicas excepto en casos de desembolsos caritativos. Pero había un abuso económico que muchas veces condenó, y ese era la explotación injusta de los débiles, ignorantes y menos afortunados entre los hombres, por parte de sus semejantes más fuertes, sagaces e inteligentes. Jesús declaró que ese tratamiento inhumano de hombres, mujeres y niños era incompatible con los ideales de la hermandad del reino del cielo.
LU 1803
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