La vida es un flujo constante y el estancamiento es el pecado
cardinal, pues las experiencias nuevas es el verdadero soplo de vida del progreso. Si nosotros hemos hallado
la verdad es sólo su consecuencia natural el buscar un campo donde ésta pueda ser útil y en concordancia
con nuestro juicio en tal materia y con la diligencia con que cultivemos tal campo, será la cosecha que
recolectaremos.
Hay una cuestión que debe ser considerada muy atentamente por cada uno de nosotros, hela aquí: "¿Qué uso
estoy haciendo de las enseñanzas que he recibido?" Nosotros podemos estar sobre una montaña entregados a
ensueños y a meditación aunque podamos vivir en una ciudad y tan sordos al grito por luz que suena en
nuestros oídos, como si el investigador se hallase a miles de kilómetros alejados de nuestro lado. A menos
que repartamos por nuestro modo de vivir (que habla más alto que las palabras) la verdad que hemos
hallado, incurriremos en una gran responsabilidad, pues a aquel que mucho se le ha dado mucho le será
exigido.