Es muy consolador saber cuanto pesan, nuestras intenciones sinceras y que cuando uno ha puesto lo mejor de sí, en un proyecto espiritual o humano y por alguna razón los resultados son desafortunados, no debemos sentirnos fracasados, sino que en esos momentos, debemos recordar que “la acción es nuestra y las consecuencias son de Dios” 1086, porque Él ve más allá de las simples apariencias y muchas veces lo que para nosotros, puede aparecer como fracaso, en realidad es un bien, por la experiencia que nos deja, pues “la verdad es siempre relativa e infaliblemente está contrastada con el mal.” 1457
Pero del mismo modo que Dios juzga nuestras intenciones sinceras, también toma en cuenta cuando detrás de un bien aparente, se esconde lo negativo de nuestro ego, porque las intenciones y las apariencias suelen ir unidas cuando no son verdaderas. Por ejemplo, podemos dar una gran limosna o hacer cualquier aspaviento del amor que le tenemos a nuestros hermanos, para quedar bien con los demás, para que nos crean mejor de lo que en verdad somos...Es posible mostrarnos sabios y espirituales a través de nuestra erudición o elocuencia ... pero si no hay coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos, nuestras palabras se las llevará el viento o se volverán en contra de nosotros mismos y más temprano que tarde nuestra engaño saldrá a flote.
Recordemos lo que Jesús le dijo al orador del foro:Tu elocuencia es agradable, tu lógica es admirable, el sonido de tu voz es grato, pero tus enseñanzas no reflejan la verdad. Si pudieras disfrutar la satisfacción inspiradora de conocer que Dios es tu Padre espiritual, tal vez podrías emplear tu capacidad de orador para liberar a tus semejantes del yugo de las tinieblas y de la esclavitud de la ignorancia. 1461
Podemos engañar a los hombres e incluso autoengañarnos, pero a Dios, no lo podemos engañar porque Él ve lo que realmente esconde nuestro corazón. “El Padre otorga la salvación a los hijos de los hombres y esta salvación es un don para todos los que tienen la fe necesaria para recibir la filiación divina, pero la obras de mojigatería no compran el favor de Dios. Las oraciones públicas no expían la falta de fe viviente en el corazón. Podréis engañar a los hombres con vuestro servicio exterior, pero Dios mira dentro de vuestra alma.” 1838
Por eso es bueno estar continuamente revisando nuestras verdaderas intenciones, para no autoengañarnos con lo que realmente estamos deseando...
yolanda silva solano