A través del conocimiento sobre la naturaleza real de las esclavitudes, podremos disminuir su efecto de forma considerable. Entonces podemos empezar a disfrutar de nuestra libertad verdadera: la espiritual.
Esta reconquista interna se llama autosoberanía. Nos capacita a conseguir la libertad para ser lo que siempre hemos querido ser: pacíficos, alegres, benevolentes, amables.
Es precisamente esta nueva naturaleza que aflora lo que también se gana los corazones de los demás.
En la libertad del ser, desarrollamos nuestra individualidad y destacan algunas cualidades que le son propias. De forma natural se desarrolla respeto hacia uno mismo, derivado del sentimiento de soberanía que ejercemos sobre nuestros tesoros – pensamientos, palabras, acciones, tiempo, energía y riqueza. Se hace fácil formar parte de cualquier grupo de personas, en la familia o en el trabajo.
Debido a la fuerza y la comprensión que existen en este estado espiritual, es fácil amar primero y de forma constante, a las personas que forman parte de nuestro día a día.
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