6. LA NECESIDAD DE PARTIR
Después de que Pedro, Santiago, Juan y Mateo habían hecho numerosas preguntas al Maestro, él continuó su discurso de despedida diciendo: «Os digo todo esto antes de dejaros para que podáis estar preparados para lo que está por ocurrir y no tropecéis con errores graves. Las autoridades no se contentarán meramente con expulsaros de las sinagogas; os advierto que se acerca la hora en que los que os matarán, pensarán que hacen un servicio a Dios. Y todas estas cosas ellos os harán a vosotros y a los que conduzcáis al reino del cielo porque no conocen al Padre. Al negarse a recibirme se han negado a conocer al Padre; y se niegan a recibirme cuando os rechazan a vosotros, siempre y cuando hayáis cumplido con mi nuevo mandamiento, el de amaros unos a los otros aun como yo os he amado. Os estoy diciendo por adelantado todas estas cosas para que, cuando llegue vuestra hora, como ahora ha llegado la mía, podáis encontraros fortalecidos en el conocimiento de que todo esto yo lo sabía, y que mi espíritu estará con vosotros en todos vuestros sufrimientos por mí y por el evangelio. Es por este propósito que os he hablado tan claramente desde el comienzo mismo. Aun os he advertido que los enemigos de un hombre pueden ser aun los seres des su propia casa. Aunque este evangelio del reino nunca deja de traer gran paz al alma de cada creyente, no traerá paz a la tierra hasta que el hombre no esté dispuesto a creer de todo corazón en mis enseñanzas y a establecer la práctica de hacer la voluntad del Padre como propósito principal de vivir la vida mortal.
«Ahora que me estoy despidiendo, puesto que ha llegado la hora en que estoy a punto de ir al Padre, me sorprende que ninguno de vosotros me haya preguntado: ¿Por qué nos dejas? Sin embargo, sé que os hacéis estas preguntas en vuestro corazón. Os hablaré claramente, como un amigo a otro. Es realmente beneficioso para vosotros que me vaya. Si no me voy, no podrá entrar en vuestro corazón el nuevo maestro. Debo despojarme de este cuerpo mortal y ser restaurado a mi sitio en lo alto, antes de que pueda enviar a este maestro espiritual para que viva en vuestra alma y conduzca vuestro espíritu a la verdad. Cuando mi espíritu llegue para moraros, iluminará la diferencia entre el pecado y la rectitud y os permitirá juzgar sabiamente en vuestro corazón sobre estos asuntos.
«Mucho aún tengo que deciros, pero vosotros no podéis recibir más ahora. Pero cuando él, el Espíritu de la Verdad, venga, finalmente os guiará a toda la verdad, a medida que paséis a través de las muchas moradas en el universo de mi Padre.