"A medida que pasan los años, la mayoría de los humanos pierden el gusto por las cosas: respiran, comen, beben, caminan, ven, oyen, sin que su conciencia esté presente en estas actividades, se diría que su sensibilidad se ha ido embotando poco a poco.
Pero, he ahí que alguien cae gravemente enfermo: durante meses se ve obligado a permanecer inmóvil y aislado en una habitación, llevando una vida vegetativa.
Después, un día, por fin, entra en convalecencia, y ahí, de repente, el alimento, el aire, la luz, le parecen deliciosos. ¡Y qué gozo poder desplazarse libremente de nuevo, salir a contemplar el cielo, los árboles y toda la naturaleza, escuchar el viento y el canto de los pájaros!
Éste es el lado bueno de ciertas enfermedades. ¿Pero es acaso razonable esperar a tener un accidente o a caer gravemente enfermo para volver a encontrar el gusto por las cosas?"
(Omraam M. Aivanhov)