La razón de ser de los ejercicios que una enseñanza espiritual preconiza practicar, es hacer vibrar todo nuestro ser hasta las más mínimas células de nuestras manos y de nuestros pies, en consonancia con las verdades que aceptamos intelectualmente.
Comprender supone aplicar, realizar, encarnar. Debemos hacer descender en nosotros cada verdad con la que entramos en contacto hasta impregnar con ella todo nuestro ser psíquico, así como nuestro ser físico.
La comprensión, la verdadera, no se obtiene solamente con las células del cerebro; se obtiene también con las células del corazón, del estómago, de los pulmones, del hígado y de todos los demás órganos.
Si las células de todos los demás órganos no se movilizan también en este trabajo, las capacidades del cerebro se encuentran, a su vez, disminuidas. Para que nuestra comprensión sea completa, todas las células del cuerpo deben participar. "
(Omraam M. Aivanhov)