Por un sabio plan divino las personas somos distintas, tenemos diversas capacidades, diferentes inclinaciones y gustos. Es una realidad y tienes que aceptarla buenamente, sin dejarte alcanzar ni por la envidia del bien ajeno, ni por el orgullo de lo que te ha tocado. Es señal de madurez la aceptación serena de ti mismo con tus capacidades y carencias.
El amor que pide Jesús debe llevarnos a evitar en la convivencia las faltas de aceptación y las incomprensiones. El Señor nos quiere ver bondadosos y pacíficos. No es fácil, pero lo podrás, si lo pides cada día: “Señor, ayúdame a ser hoy comprensivo y paciente con todos”. Que pases un día feliz de buena convivencia.