Al juez romano le dijo: «Al juzgar a los hombres, recuerda que tú mismo algún día serás llevado a juicio ante el tribunal de los Gobernantes de un universo. Juzga con rectitud, incluso misericordiosamente, tal como algún día anhelarás consideración misericordiosa de las manos del Arbitro Supremo. Juzga como querrías ser juzgado bajo circunstancias similares, guíate por el espíritu de la ley, no sólo por su letra. Y así como impartes la justicia con ecuanimidad a la luz de las necesidades de los que ante ti comparecen, así tendrás el derecho de esperar justicia atemperada por la misericordia cuando en algún momento comparezcas ante el Juez de toda la tierra».
A la dueña de la hostería griega le dijo: «Ministra tu hospitalidad como la que recibe a los hijos del Altísimo. Eleva los esfuerzos de tu quehacer diario a los altos niveles de un verdadero arte mediante la creciente comprensión de que ministras a Dios en las personas en las que él habita por su espíritu que ha descendido para residir dentro del corazón de los hombres, para transformar de esta manera la mente y conducir el alma de ellos al conocimiento del Padre del Paraíso y de todos estos dones otorgados por el espíritu divino».
Jesús tuvo muchas conversaciones con un mercader chino. Al despedirse de él, le amonestó: «Adora sólo a Dios, que es tu verdadero antepasado espiritual. Recuerda que el espíritu del Padre vive siempre dentro de ti y siempre dirige tu alma en dirección al cielo. Si sigues la guía, de que no eres consciente, de este espíritu inmortal, estarás seguro de continuar en el camino elevado del hallazgo de Dios. Y cuando hayas alcanzado al Padre en el cielo, será porque buscándole te habrás hecho cada vez más semejante a él. Así pues, adiós, Chang, pero sólo por una temporada, porque nos reuniremos nuevamente en los mundos de la luz, donde el Padre de las almas espirituales ha provisto muchas agradables escalas para los que van al Paraíso».
Al viajero británico le dijo: «Hermano mío, percibo que buscas la verdad, e insinúo que el espíritu del Padre de toda verdad tal vez resida dentro de ti. ¿Has probado sinceramente alguna vez a hablar con el espíritu de tu propia alma? Tal cosa es ciertamente difícil y rara vez produce la sensación consciente del éxito. Pero todo intento honesto de la mente material por comunicarse con su espíritu residente alcanza cierto éxito, a pesar de que la mayoría de tales experiencias humanas magníficas deben permanecer mucho tiempo como anotaciones superconscientes en el alma de tales mortales que conocen a Dios».
Al muchacho fugitivo Jesús le dijo: «Recuerda, hay dos cosas de las que no puedes escapar: de Dios y de ti mismo. Dondequiera que vayas, tu yo va contigo, asímismo va el espíritu del Padre celestial que habita dentro de tu corazón. Hijo mío, no te engañes más; ten el coraje de enfrentarte a los hechos de la vida; afiérrate a la seguridad de la filiación de Dios y la certeza de la vida eterna, como te he instruido. A partir de este día, propónte ser un hombre verdadero, un hombre decidido a encarar la vida con valentía e inteligencia».
Al criminal condenado le dijo en su última hora: «Hermano mío, has caído en tiempos malos. Extraviaste tu camino; te enredaste en las mallas del crimen. Al hablar contigo, bien sé que no tenías la intención de hacer lo que ahora te cuesta tu vida temporal. Pero ciertamente cometiste ese mal, y tus semejantes te han encontrado culpable; y han decidido que debes morir. Ni tú ni yo podemos negarle al estado este derecho a defenderse como le parezca apropiado. No parece haber manera alguna de que humanamente escapes al castigo por tu delito. Tus semejantes deben juzgarte por lo que has hecho, pero hay un Juez a quien puedes apelar por el perdón, y quien te juzgará por tus verdaderos móviles y tus mejores intenciones. No temas enfrentarte al juicio de Dios si tu arrepentimiento es genuino y tu fe, sincera. El hecho de que tu error acarrea la pena de muerte impuesta por el hombre, no afecta la oportunidad de tu alma para obtener justicia y misericordia ante los tribunales celestiales».
Jesús sostuvo muchas conversaciones íntimas con gran número de almas hambrientas, tantas que no es posible incluirlas todas aquí. Los tres viajeros disfrutaron de su estadía en Corinto. Con la excepción de Atenas, que era más famosa como centro educacional, Corinto era la ciudad más importante de Grecia en esta época romana, y su estadía de dos meses en este próspero centro comercial les ofreció la oportunidad a los tres de adquirir una experiencia valiosísima. Su estadía en esta ciudad fue una de las escalas más interesantes en su camino de regreso de Roma.
Gonod tenía muchos intereses en Corinto, pero finalmente completó sus transacciones, y se prepararon para embarcarse en dirección a Atenas. Viajaron en un pequeño barco que podía ser transportado por tierra de uno de los puertos de Corinto al otro, a una distancia de dieciséis kilómetros.