El nombre de Dios no tiene real
importancia, porque lo que verdaderamente tiene trascendencia, es
nuestra comunicación con Él, pues "la relación entre la criatura y el Creador
es una experiencia viva, una fe religiosa dinámica, que no está sujeta a una
definición precisa. Aislar parte de la vida y llamarla religión es desintegrar
la vida y distorsionar la religión."1124
Es esta dicocotomía entre
lo que se dice creer y lo que se hace, lo que ha impedido que el Reino se
instaure en el corazón de los hombres. Mientras la fe esté circunscrita a días y
horas especiales para pensar en Dios, ella no será más que un autoengaño, porque
la fe debe ser algo vivo y con tal fuerza, que sea capaz de cambiar las pautas
indebidas de conducta, no por temor al castigo o motivadas por los "no harás",
sino porque el renacer que Jesús pide de nosotros, nos impulsa a amar y entonces
"cada día que vive un verdadero creyente, le resulta más fácil el hacer lo que
es recto."1740
"El religionista que alcanza logro
filosófico tiene fe en un Dios personal de salvación personal, algo más que una
realidad, un valor, un nivel de alcance, un proceso exaltado, una trasmutación,
lo último del tiempo-espacio, una idealización, la personalización de la
energía, la entidad de la gravedad, una proyección humana, la idealización del
yo, el engrandecimiento de la naturaleza, la tendencia a la bondad, el impulso
hacia adelante de la evolución o una hipótesis sublime. El religionista tiene fe
en un Dios de amor. El amor es la esencia de la religión y la fuente de una
civilización superior. La fe transforma al Dios filosófico de probabilidad, en el
Dios salvador de certeza en la experiencia personal religiosa. El escepticismo
podrá desafiar las teorías de la teología, pero la confianza en la confiabilidad
de la experiencia personal, afirma la verdad de esa creencia que se ha
transformado en fe."1125
La fe verdadera nace cuando somos
capaces de "sentir" a Dios en lo más profundo de nuestra alma y en la realidad
del vivir cotidiano... reflejado en el amor y el servicio que entregamos a
nuestros hermanos.
yolanda silva
solano