Pero alcanzar esta meta no es un
sufrimiento, ni una renuncia a nuestros deseos más íntimos, porque “cada día que
vive un verdadero creyente, le resulta más fácil hacer lo que es recto.”1740
pues es muy cierto que “los que aceptan esta enseñanza se llenan de
alegría”1597
Cuando nos comprometemos en matrimonio hacemos el voto ante la pareja de amarla en la riqueza o la pobreza, la salud o la enfermedad ¿por qué entonces no hacer lo mismo con la Maestra Vida, con la cual estaremos en forma real atados hasta que la muerte nos separe?
Sólo cuando se ama la vida es posible ser feliz, porque al amarla
estamos aceptando la voluntad de nuestro Papá del cielo quien siempre, sin
importar las apariencias negativas, siempre va a desear lo mejor para nosotros,
porque “Dios ama a cada ser humano, como un hijo individual.”138 y “este amor
acompaña a cada criatura a lo largo de todo el tiempo y de la
eternidad.”1304
Pero para alcanzar esta unión con Dios, que es la verdadera
felicidad, es preciso crear en lo más íntimo de nosotros, un estado de
conciencia que nos conecte constantemente con la armonía, porque ella es el
fruto de un trabajo serio y persistente de nuestras emociones y pensamientos
positivos, ellos deben haber logrado tener el liderazgo sobre nuestro ser
interno, a través del autodominio. Sólo cuando no hay contradicciones en nuestro
pensar y en nuestro hacer, es posible tener armonía, sin la cual es imposible
ser feliz.
yolanda silva
solano