La cita de hoy, nos
demuestra que todo lo espiritual por lo menos en este mundo, necesita de una
base material y humana como lo es nuestra mente, porque ella es "la arena en la
cual viven las personalidades humanas, tienen autoconciencia, toman decisiones,
eligen a Dios o lo abandonan, se eternizan o se destruyen a sí
mismos.1216"
De allí la importancia
de manener nuestra mente limpia de vibraciones negativas como lo son el rencor,
los celos, la envidia, el miedo, la indiferencia hacia nuestros hermanos y
tantas otras sensaciones y pensamientos que ocupan un espacio, que nos impide
ver la realidad espiritual que se esconde en nuestra alma. Lo espiritual y lo
material, deben marchar siempre unidos, si en verdad queremos evolucionar y
llegar algún día a ser perfectos como lo es nuestro Padre. Lo material nunca
debe ser menospreciado, porque es la materia que tenemos para transmutar el
plomo de nuestro origen animal, en oro purificador y
espiritual.
Jesús utilizó siempre
la materia, cuando devolvió la vista a los ciegos, les pidió que untaran sus
ojos con barro...para enseñarnos que para evolucionar tenemos que usar lo que
tenemos al alcance de nosotros y en nuestra vida cotidiana, porque la fuerza y
la veracidad de nuestra espiritualidad, nace de nuestras actos, porque "el
hombre crece conscientemente, desde lo material a lo espiritual, por la fuerza y
el poder de sus propias decisiones.1282"
Convenzámonos que la
espiritualidad, no son oraciones ni tampoco es algo etéreo, sino algo muy
concreto que tiene plena relación con nuestras obras, porque ella es "el arte de
manipulación efectiva de las cosas materiales de la vida diaria y que la
verdadera religión es la transformación ennoblecededora de los hechos materiales
de la vida. 2080"
Pongamos nuestra mente
al servicio de nuestro espíritu, para que nuestra vida pueda ser plena y
armónica, pues en la medida que nuestra mente esté alerta y abierta a lo
positivo, nos podremos dar cuenta de cada una de las posibilidades que a cada
momento la maestra Vida nos ofrece para evolucionar.
yolanda silva
solano