De todas
las revelaciones de la naturaleza divina, la mayor ha de hallarse en la
comprensión de la vida de Jesús de Nazaret.
Jesús dijo:”el Padre me ha
enviado al mundo, para mostraros cómo desea morar en todos los hombres y
guiarlos; y he vivido esta vida en la carne para inspirar a todos, para siempre
a que también traten de conocer y hacer la voluntad del Padre celestial que en
ellos reside.”1712
El Padre
no desea nuestra sumisión de siervos ante su señor, como es lo que nos relata el
Antiguo Testamento, porque el evangelio que Jesús nos trajo es “la revelación
para la raza humana, destinada a conocer al Padre Universal en toda esa belleza
de carácter y hermosura de atributos, que tan magistralmente describió el Hijo
Creador que residió en Urantia como el Hijo del Hombre e Hijo de Dios”60.
Nuestro Padre desea que nos sintamos sus hijos,
porque si actuamos como tales, habremos nacido del espíritu de
Dios y “el que haya
nacido del espíritu, tiene dentro de sí el poder de sobreponerse a toda duda, y
ésta es la victoria que se sobrepone a toda incertidumbre.” Y
entonces dejaremos de buscar otros caminos...porque
tenemos la certeza que “de todo conocimiento humano, el que tiene mayor valor es
conocer la vida de Jesús y como el la vivió”2090
“La
naturaleza de Dios puede estudiarse en una revelación de ideas supremas, el
carácter divino puede considerarse como una representación de ideales excelsos,
pero la más esclarecedora y espiritualmente edificante de todas las revelaciones
de la naturaleza divina ha de hallarse en la comprensión de la vida religiosa de
Jesús de Nazaret, tanto antes como después de que alcanzara plena conciencia de
la divinidad. Si la vida encarnada de Micael se toma como antecedente de la
revelación de Dios al hombre, podemos intentar poner en símbolos verbales
humanos ciertas ideas e ideales respecto a la naturaleza divina que acaso pueden
contribuir a una mayor iluminación y unificación del concepto humano de la
naturaleza y el carácter de la personalidad del Padre
Universal.”33
Jesús debe ser algo vivo y motivante para
superarnos en nuestra vida cotidiana, pues este era su deseo cuando se encarnó
como uno de nosotros.
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