¿POR QUÉ JESUCRISTO?
Generalmente
hay una gran confusión entre la personalidad humana denominada Jesús y
la
dualidad Jesucristo, creada por intereses geopolíticos y religiosos al comienzo
mismo de la cristiandad por
los
sacerdotes católicos y emperadores romanos a través de edictos y Concilios
primitivos para asegurar
posiciones
de poder terrenal, situación que luego generó sevicia y dolor sin nombre en la
historia humana.
Orígenes,
Tertuliano y otros Padres de la Iglesia tenían muy clara la doctrina cristiana
y ellos escribieron
acerca
de su inmarcesible yabarcante propósito
y sus grandes verdades que luego fueron
convenientemente
ocultadas y conculcadas. En un artículo intitulado LA REENCARNACIÓN Y EL
DOMINIO
DE LA IGLESIA CATÓLICA EN LA HISTORIA, explicamos esto más ampliamente. Por
la
extensión
y las limitaciones que se tiene en FB para estos menesteres, copio un link al
que ruego
acceder:
http://issuu.com/jomerod/docs/razones_para_quer_la_reencarnaci_n_haya_sido_ocult/download.
Por otro lado, y citando al ínclito Max Heindel,
podemos decir que estamos viviendo en tiempos fecundos
en
primicias e innovaciones, en una era en que el intelecto está alcanzando su más
práctica o intensa
expresión….
“que se está arrasando con real y auto-suficiente confianza el derecho a
desafiar cualquier
código
de ética, cualquier religión o teoría de la vida, cualesquiera linderos de
civilización, y cualquier
hipótesis
científica, y a exigir pruebas de su derecho a existir. Nada en el universo es
demasiado colosal para
su
investigación, ni demasiado infinitesimal para su análisis. La sociedad ha
cesado de temblar ante los
revolucionarios
ataques de los descubrimientos científicos que durante muchos años han hecho
retroceder
a
la ignorancia, al prejuicio y al dogmatismo con fuerza irresistible. Estos han
tenido su día, y ahora son
impotentes
para retardar el progreso; la humanidad está avanzando, quiérase o no. En
ningún
departamento
de la vida está más íntimamente manifestado el espíritu de escudriñamiento,
de
examinación
y de investigación, que en la religión. El implacable espíritu de investigación
ha entrado
en
este dominio del misterio y de la tradición, en las profundidades de su origen,
al reino de su autoridad,
y
no se ha detenido ni se ha acobardado, ni ha retrocedido, aunque todos los
sacros baluartes de los
credos
amenacen desmoronarse ante su intrusión…” Sigamos con él: “Si miramos
retrospectivamente
los
siglos de historia, notamos que la presente era intelectual y material es el
fruto de un largo
y
significativo pasado; la cresta de una ola de progreso que ha seguido a un
impulso enviado desde
el
principio mismo de la raza. Vago e incierto como puede ser nuestro vistazo a
las civilizaciones de
la
India, Egipto, Persia, o Grecia, podemos notar, sin embargo, que desde el
nacimiento de la
raza
Aria, en la India, la dirección del progreso ha sido hacia la invitadora
magnificencia del sol
poniente.
Cuando la India alcanzó el pináculo de su grandeza, la religión hindú
enseñó
un concepto de Dios y de Su omnipotencia que en
toda la historia no ha sido sobrepujada por su elevada espiritualidad. A partir
de la cresta de la ola de
progreso,
se ha ido apagando a través de los siglos la luz de la maravillosa verdad de la
unidad de la vida
y
de una divina presencia en el universo. Entonces con profunda calma la ola se
alejó para reaparecer en Persia,
agregando
una nueva luz para estimular el progreso humano. No es usual que asociemos la
idea del desarrollo
material
con el Oriente, y sin embargo allí nació. Así como la nota-clave de la religión
hindú es unidad,
enseñándonos
que la Deidad está en todas las partes del universo, así la nota-clave de la
religión Persa
Zoroastriana es
la pureza; pureza de conducta y en todos los asuntos de la vida... Siglos más
tarde vino el
Buda
para renunciar las antiguas verdades que yacen escondidas bajo las ruinas del
egoísmo y de la casta,
y
sintiendo el sufrimiento y el pecado del mundo enraizados en el deseo
incumplido, su compasivo corazón
trató
de aliviar el dolor a través de la doctrina de subyugar todo deseo y alcanzar
así la paz, doctrina
que
cayó como una bendición sobre las acongojadas vidas de sus contemporáneos y la
cual vive todavía en
los
corazones de sus seguidores. Con la muerte del gran maestro oriental la gloria
del Oriente comenzó a
disminuir.
De nuevo la ola espiritual se alejó para aparecer entre los griegos. Desde los
griegos no se ha
alcanzado
un más alto tipo de intelecto puro que el de ellos, su arte, su filosofía.
Hablan siempre en el lenguaje
del
reposo, de la dignidad, del dominio de sí mismo. Para ellos la Verdad y la
Belleza eran las perlas de gran precio.
Ellos
inscribieron sobre sus templos las palabras "conócete a ti mismo,"
porque conocerse uno mismo es conocer la
verdad.
Ya fuera que se manifestase a través del poder consciente de su dios Apolo,
surgiendo de su templo
para
defender en persona el sagrado santuario que se reflejase en las espléndidas
proezas
de Pericles o en la elevada filosofía de Pitágoras, Sócrates o Platón, siempre
nos ponemos en
contacto
con los griegos con la presencia del poder intelectual en búsqueda de la
verdad.
Pero cuando se embriagaron con el orgullo intelectual y
la
autosuficiencia, Grecia cayó ante el militarismo organizado de Roma. Desde su
cumbre de supremacía militar,
Roma
contemplaba complacida el mundo que había conquistado. Nunca pensó que caería
derribada ante la mera
fuerza
espiritual, dejando una herencia de ley, orden y justicia a una generación
posterior. Echar una
ojeada
a la miseria y a la degradación del mundo a los pies de Roma, esclavizado por
el vicio, la apatía y
la
superstición, es comprender, aunque sea vagamente, cuán lejos se había desviado
la humanidad de los
sublimes
preceptos de los antiguos Maestros. Muy débilmente, entre la charla del
prejuicio racial y la
separación
de las razas, sonaban las antiguas notas tónicas de la unidad y de la pureza.
Egipto estaba
envuelto
en la oscuridad de un sacerdocio degenerado; la India estaba encadenada por la
casta; Persia
yacía
dormida bajo sus enjoyados doseles; la gloria de Grecia estaba empañada; Roma
sofocada con los
humos
del vicio y de la disipación, insultaba a los cielos con las hogueras de sus
campamentos; y casi parecía
que
Dios hubiese olvidado a Su mundo. Pero, "desde la sombra vigilaba sobre
los suyos." Otra vez había llegado
el
tiempo para una de esas manifestaciones divinas que tienen lugar de tiempo en
tiempo para ayudar a la
humanidad.
Tal manifestación viene invariablemente cuando la opresión de las tinieblas
parece ser demasiado
pesada
de soportar y se necesitaba un nuevo impulso para avivar el crecimiento
espiritual. A este fango
de
un imperio decadente, a este fastidio de un mundo desesperado, en medio de un
pueblo perdido
y
despreciado, descendió el Espíritu del Sol, Cristo, haciendo patente "la
más grande de las medidas
divinas
tomadas hasta el momento para elevar a la humanidad." Cristo no vino
solamente a rescatar
la
verdad del olvido, a devolvernos las antiguas enseñanzas, o a restablecer la
ley, sino a agregarles
el
más grande de todos los principios: el Amor; a revelar a la humanidad la
doctrina del corazón;
y
cómo podemos alcanzar una sabiduría más sublime por el sendero del amor que por
el de la razón.
Vino
para reemplazar las religiones de raza, que fueron instituidas por y bajo la
regencia de Jehová,
con
una Religión Cósmica, promotora de la Amistad Universal así como de la
Fraternidad
Universal;
una religión en la cual el reinado de la ley debía ser reemplazado por el
reinado del Amor; y
en la que el espíritu de antagonismo y separatividad que
está en la raíz de todas las religiones de raza,
será transmutado en servicio inegoísta, uno
para todos y todos para uno, de modo que las naciones
puedan trocar sus espadas
en rejas de arado y el Reinado de la Amistad y de la Paz comience.
07-04-2012
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