El Maestro siempre fue generoso. Jamás se cansó de
decir: «Más bienaventurado es dar que recibir.
Libro de Urantia. Pág.1593
Todos deseamos ser felices, pero pocas veces
pensamos que gran parte para conseguirlo, consiste en dar.Si los cristianos
hiciéramos nuestra esta verdad, ¡que diferente podría ser este mundo!
Desgraciadamente la cultura actual es la del individualismo, que es sinónimo de
egoísmo porque sólo se piensa en el bien personal, e incluso muchas veces éste
se obtiene a expensas del bienestar de los otros. El individualismo nada tiene
que ver con la individualidad que es lo que nos distingue como personas únicas,
tanto en lo físico como en lo espiritual. El individualismo nace de la
egolatría.
El dar, encierra en sí mismo su propia plenitud
que trasciende lo aparente y lo que es posible ver con los ojos del cuerpo. Es
una vibración que es válida cuando su motivación está impulsada por el amor,
porque "el amor a su vez, es el deseo de hacer el bien a los
demás.”608
Cuando en el dar las motivaciones son las
adecuadas, cuando en él no hay la necesidad de figurar, ni la obligación de
hacerlo, se convierte en una verdadera riqueza, porque el bien que damos se
multiplica y vuelve a nosotros sin que lo pidamos y se va expandiendo en todos
los que han sido beneficiados, porque no es una dádiva de quien lo da, sino una
necesidad de quien lo ha recibido, porque "no es posible recibir tanto y no dar
nada, porque el dar es una apreciación inteligente de la hermandad universal. A
medida que asciendes en la escala de la personalidad, primero aprendes a ser
leal, luego a amar, después a ser filial, y más adelante podrás ser libre; pero
no será hasta que seas un finalista, hasta que hayas alcanzado la perfección de
la lealtad, que podrás autorrealizar la finalidad de la libertad."435
Cuando se habla de dar, se suele pensar en el
dinero, en la limosna, sin embargo es mucho más, también debemos aprender a
compartir los dones espirituales y el conocimiento que hemos recibido, pues “el
Espíriu de la Verdad, por siempre conduce a los hijos de la luz, a nuevos
dominios de la realidad espiritual y el servicio divino. No se os da la verdad
para que la cristalecéis en formas establecidas. Vuestra revelación de la
verdad se ha de enaltecer al pasar por vuestra experiencia personal, que
descubrirá nueva belleza ante los que contemplan vuestros frutos espirituales y
por ello serán conducidos a glorificar al Padre.”
yolanda silva solano