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EL VISLUMBRAR DE LA ERA DE ACUARIO
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General: LA REINA DE SABA
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 06/03/2016 23:30

LA REINA DE SABA

La leyenda masónica es voluminosa, circunstancial, vulgar y aún artificiosa

y fantástica para el profano que no acierta a descubrir el importante

significado subyacente en cada palabra; pero sólo expondremos los

fragmentos relacionados con nuestro capital objeto y las explicaciones para

enlazarlos.

Los sucesos que condujeron a la conspiración tramada contra el Gran

Maestre Hiram Abiff, a que nos referíamos en el capítulo anterior, y que

culminó en su asesinato, comenzaron con la llegada de la reina de Saba,

atraída a la corte de Salomón por referencias de la maravillosa sabiduría de

este monarca y el esplendor del templo en cuya construcción estaba

empeñado. Dicese que llegó cargada de soberbios presentes y que desde un

principio admiróle en extremo la sabiduría de Salomón. La misma Biblia,

escrita con arreglo al criterio de las Jerarquías Jehovísticas, insinúa que la

reina vió en la corte de Salomón a otro más gallardo, aunque nada concreta

sobre el particular. El matrimonio de Salomón con la reina de Saba no llegó

a consumarse, pues de lo contrario el nombre masón se hubiese desvanecido

hace largo tiempo, y la humanidad en general fuera hoy hija sumisa de la

iglesia dominante, sin opción ni albedrío ni prerrogativas. Tampoco podía

casarse con Hiram so pena de quedar quebrantada la religión. Ha de esperar

a desposarse con quien reúna las buenas cualidades de Salomón y de Irma y

esté libre de sus flaquezas. Porque la reina de Saba simboliza la compleja

alma de la humanidad, y al término de la obra de nuestra era o etapa

evolutiva, el alma será la esposa; y Cristo, a quien San Pablo llama Sumo

Sacerdote del orden de Melquisedec, desempañará el doble oficio de cabeza

espiritual y temporal, será sacerdote y rey, en beneficio eterno de la

humanidad en general que está ahora esclavizada a la iglesia o al Estado,

pero en consciente o inconsciente espera el día de la emancipación

simbolizada en el milenio, cuando descienda del cielo la maravillosa ciudad

de la paz, la Nueva Jerusalén. Y cuanto más pronto se efectúe esta

entrefusión, mejor será para el linaje humano. Por lo tanto, ya se intentó

esta entrefusión en la época y en el lugar donde según la leyenda ocurrió el

episodio del amor de Salomón y de Hiram. Allí las dos Ordenes iniciáticas

se concertaron con el intento de realizar una definitiva unión simbolizada en

el Mar de Bronce. Pro vez primera se intentó esta obra que no hubiera

podido llevarse a cabo anteriormente, porque el hombre no estaba todavía lo

bastante evolucionado; pero en este otro entonces parecía como si los

combinados esfuerzos de los hijos de Seth y los hijos de Caín pudieran

realizar la obra, y a no ser por el deseo que cada linaje tenía de quitarle al

otro el afecto de la reina de Saba o alma de la humanidad, se hubiera

conseguido una equitativa unión entre la Iglesia y el Estado y muy

poderoso impulso recibiera con ello la evolución humana.

Sin embargo, tanto la Iglesia como el Estado estaban celosos de sus

particulares prerrogativas. La Iglesia sólo admitía la unión bajo

circunstancia de que había de mantener todo su antiguo dominio sobre la

humanidad y asumir además el poder temporal. El Estado tenía análogas

exigencias egoístas, y la reina de Saba o humanidad en general permanece

todavía célibe. La leyenda masónica relata en los siguientes términos la

historia del intento y su fracaso.

Después que la reina de Saba hubo visto el suntuoso palacio de Salomón y

hubo hecho sus exquisitos regalos de oro y obras de arte, quiso ver también

el grandioso Templo, cuya construcción estaba, a punto de terminar.

Maravillóse mucho de la magnitud de la obra, pero le extrañó la aparente

ausencia de operarios y el silencio reinante en aquel lugar, por lo que le

suplicó a Salomón que llamara a los operarios para que ella pudiese ver a

quienes habían labrado tal maravilla; pero aunque los palaciegos de

Salomón obedecían el más leve deseo del monarca, y aunque el Dios

Jehová había ordenado a Salomón que edificara el templo, los operarios no

estaban sujetos a su autoridad, pues sólo obedecían a quien tenía

La Palabra y El Signo. Por lo tanto, nadie acudió al llamamiento de Salomón,

y la reina de Saba no pudo menos de inferir que tan maravillosa obra estaba

construida por alguien superior a Salomón. En consecuencia, insistió la

reina en ver y conocer al Rey de las Artes y a sus admirables operarios, con

mucho pesar de Salomón, quien sentía haber desmerecido en la estimación

de la reina.

El templo de Salomón es nuestro sistema solar, que constituye la gran

escuela de vida para nuestra evolucionante humanidad. Escritas están en las

estrellas las líneas generales de su historia pasada, presente y futura, y todo

normal entendimiento puede discernir su plan. En el esquema

microcósmico, el templo de Salomón simboliza también el cuerpo humano

donde el individualizado espíritu o ego evoluciona como evoluciona Dios

en el universo. La obra del verdadero templo se lleva a cabo por fuerzas

invisibles que actúan silentemente y edifican el templo sin golpeteos de

martillo. Así como el templo de Salomón fue visible en todo su esplendor a

la reina de Saba, así también se percibe fácilmente el trabajo de dichas

fuerzas invisibles, tanto en el universo como en el hombre, pero se

mantienen en el transfondo y actúan sin ostentación, ocultándose a todos los

que no tienen el derecho de verlas ni de mandarlas.

La relación entre estas fuerzas naturales y la obra que realizan en el

universo se comprenderá mejor con un ejemplo. Supongamos que un

albañil desea construir una casa para habitarla. Escoge el terreno, acumula

allí los materiales y después con las herramientas de su oficio comienza a

echar los cimientos. Poco a poco se levantan las paredes, se tienden las

techumbres, se completa el interior y se acaba el edificio. Supongamos

también que durante todo el tiempo que estuvo trabajando, un perro ( que es

un inteligente espíritu perteneciente a otra posterior oleada de vida

evolucionante) vigilaba sus acciones y el procedimiento de construcción,

viendo como iba edificando la casa hasta dejarla concluida. Pero el perro no

comprende bien lo que el albañil está haciendo ni cual es su propósito.

Supongamos asimismo que el perro fuese incapaz de ver al albañil ni de oír

el ruido del martillo y demás herramientas. En este caso se hallaría el perro

respecto del albañil como la humanidad en general se halla con relación al

Arquitecto del Universo y de las fuerzas que actúan bajo su mandato. El

perro sólo podría ver entonces los materiales que uniéndose lentamente

tomaban forma hasta terminar el edificio. También la humanidad ve el

silente crecimiento de la planta, del ave y del bruto, pero es incapaz de

comprender las causas de este crecimiento material y los cambios que

ocurren en el universo visible, porque no ve el innumerable ejército de

invisibles operarios que sigilosamente actúan en profundo silencio para

producir tales resultados. Tampoco responden los invisibles operarios al

llamamiento de quien no posee el signo y la palabra de poder, por muy alta

posición que ocupe en el mundo.

Los clérigos ponderan siempre la necesidad de la fe, mientras que los

estadistas dan mayor importancia y ponen toda su confianza en las obras.

Pero la fe manifiesta en obras es el supremo ideal de expresión.

La humanidad puede y debe admirar la elevación de sentimientos y la

brillantez de la oratoria; pero cuando un Lincoln quebranta las cadenas que

aherrojaban a una esclavizada raza, o un Lutero se rebela a favor de los

oprimido espíritus de la humanidad y les asegura la libertad religiosa, la

manifiesta acción de estos emancipadores revela una belleza d alma que no

se advierte en quienes se remontan a las nubes, pero temen mancharse las

manos en la obra del templo de la humanidad. Estos no son verdaderos

constructores de templos y serían incapaces de inspirarse en la

contemplación del maravilloso templo que describe Manson en El

Sirviente en la Casa. El autor se llama Man-son, que puede significar que

se considera Hijo del Hombre, auque también puede significar “masón”,

porque el siervo en la casa era asimismo constructor de templos.

Maravillosa intuición denota el autor del drama al trazar la escena en que su

siervo, el operario enamorado de su obra, le habla al mundano clérigo,

henchido de bajezas y tan vil como un sepulcro blanqueado, del templo que

había construido. Este concepto es una joya mística, y la exponemos para

meditación del lector. 

“Me temo que no sea capaz de considerarlo en toda su esencial importancia.

Se ha de examinar bajo cierto aspecto y en determinadas condiciones.


 

 
 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 06/03/2016 23:33




Algunos no lo echarán de ver jamás

. Debes comprender que no es esto un

montón de piedras muertas e insignificante maderamen, sino que es COSA

VIVA.

“Cuando entres en él oirás un son como el del canto de un pujante poema.

Escucha detenidamente y si tienes oídos notarás que está formado por los

latidos de humanos corazones, por la inefable música de las almas de los

hombres. Si tienes ojos veras al punto la iglesia, un espectacular misterio de

muchas tintas y formas que saltan enhiestas del suelo a la cúpula, como

obra de extraordinarios constructores.

“Sus columnas se yerguen cual membrudos torsos de héroes, y la suave

carne de hombres y mujeres está modelada en sus recios e inexpugnables

baluartes. En cada piedra angular sonríen rostros infantiles; sus arcos y

tramos son las juntadas manos de los compañeros; y en las alturas y

espacios están escritos los innumerables ensueños de todos los soñadores.

“Se está todavía construyendo, y a veces la obra adelanta en profunda

obscuridad y otras veces en deslumbrante luz, ora bajo el peso de indecible

angustia, ora entre estrépito de ruidosas carcajadas y heroicas aclamaciones

como estampido del trueno. A veces, en el silencio de la noche, se puede oír

el tenue martilleo de los compañeros que trabajan en la cúpula.

Son los

compañeros que han llegado a las alturas”.

Tal es el templo que está construyendo el masón místico, quien procura

trabajar

en el templo de la humanidad en general, pero como quiera que

“cuando la rosa se engalana, ornamenta el jardín”, también aspira a cultivar

sus cualidades espirituales, simbolizadas en el

mar de bronce.

Salomón había ya pedido la mano de la reina de Saba, quien se la había

otorgado, por lo que presintiendo el rey que si ella encontraba a Hiram

Abiff podía mudársele el afecto, intentó consumar el matrimonio antes de

satisfacer el deseo que la reina tenía de ver al Gran Maestre. Pero la reina

se obstinaba en verle desde luego, porque presentía la grandeza del

magistral artífice cuya habilidad había construido el maravilloso templo, y

se sentía instintivamente impelida hacia aquel hombre de acción, como

nunca le había conmovido la sabiduría de Salomón, en quien sólo hallaba la

verbosidad de floridos discursos y altos ideales que era incapaz de realizar.

Por lo tanto la resistencia mostrada por Salomón en facilitarle la entrevista

con Hiram Abiff acrecentó los anhelos e importunaciones de la reina de

Saba, hasta el punto de que Salomón no tuvo más remedio que satisfacerle

el deseo, y sí fue que de mal grado mandó en busca del Gran Maestre. Al

presentarse Hiram Abiff, vió Salomón arder la llama del amor en los ojos de

la reina y arraigaron en su corazón el odio y los celos; pero era demasiado

sabio para delatar sus sentimientos. Desde aquel momento se estrelló contra

las rocas de la envidia y el egoísmo el plan de reconciliación de los hijos de

Seth con los hijos de Caín, que habían trazado las divinas Jerarquías.

Según la leyenda masónica, la reina de Saba solicitó entonces de Hiram

Abiff que le mostrara los operarios del templo. El gran Maestre golpeó con

su martillo una roca cercana de modo que brotaron chispas, y al signo del

fuego unido a la palabra de poder, los operarios del templo se agruparon en

torno de su Maestro en innumerable multitud, todos dispuestos y anhelosos

de obedecer sus ordenes. Tan profundamente impresionó a la reina de Saba

aquel espectáculo detonador del maravilloso poder de aquel hombre que

determinó desdeñar a Salomón y ganar el corazón de Hiram Abiff.

Esto significa que cuando la humanidad echa de ver la impotencia de los

clérigos o hijos de Seth, que todo lo esperan del favor divino, y se da cuenta

de la pujanza y poderío de los gobernantes temporales, se inclina hacia

éstos y deja lo espiritual por lo material. Esto desde el punto de vista o

aspecto microcósmico del asunto.

En cuanto al punto de vista o aspecto macrocósmico, ya dijimos que el

templo de Salomón simboliza el universo solar, y el Gran Maestre Hiram

Abiff es el Sol que recorre los doce signos del Zodíaco, representando el

místico drama de la leyenda masónica. En el equinoccio de primavera, el

Sol deja el femenino, dócil y

ácueo signo de Piscis, para entrar en el

belicoso, marcial, enérgico e ígneo signo de Aries, el carnero o cordero,

donde exalta su poderío. Llena el universo con un fuego creador del que

inmediatamente se apoderan los millones de espíritus de la naturaleza que

en bosques y marjales construyen el templo del adviniente año. Las fuerzas

fecundantes aplicadas alas innumerables semillas que dormitan bajo el

suelo, las germinan y llenan la tierra de lujuriosa vegetación, mientras otros

espíritus aparean a las aves y cuadrúpedos para que crezcan y se

multipliquen y mantengan en estado normal la fauna de nuestro planeta.

Según la leyenda masónica, Hiram Abiff, el Gran Maestre, empleaba un

martillo para llamar a sus operarios, y es muy significativo que el símbolo

del signo Aries, en donde comienza esta maravillosa actividad creadora

tenga la figura de un doble cuerno de carnero, semejante a un martillo.

También merece mención que en la antigua mitología escandinava los

vanires o deidades del agua son vencidos por los asires o deidades del

fuego. El martillo con que el escandinavo dios Thor arranca fuego del cielo

tiene su analogía en el rayo de Júpiter. Los asires pertenecían como Hiram a

la Jerarquía del Fuego, a los espíritus de Lucifer e

Hijos de Caín que con su

individual esfuerzo luchaban por lograr la maestría, y por lo tanto

mantenían el ideal

masculino, diametralmente opuesto al de la Jerarquía

actuante en el plástico elemento Agua.

Hoy día, los templos de los hijos de Seth tienen junto a sus puertas el agua

mágica, y todo el que entra ha de señalar con el letal líquido su frente,

donde reside el espíritu. Su razón está ahogada en dogmas y sentencias y el

ideal femenino está simbolizado en el culto de la Virgen María. La fe es el

capital factor de su salvación y se fomenta la actitud de infantil y ciega

obediencia.

Muy diferentes son los templos de los hijos de Caín, donde el candidato

entra “pobre”, “desnudo” y “ciego”. Se le pregunta qué busca y si responde

que la

Luz, deber del Maestro es darle lo que pide y hacerle francmasón o

hijo de la Luz. También tiene el Maestro el deber de enseñarle a trabajar, y

para emulación se le presenta el ejemplo de

Hiram Abiff, del Maestro

Artífice, como

masculino ideal. Se le enseña a que siempre esté dispuesto a

razonar su fe. Según aprovecha en la obra, asciende grado tras grado y en

cada uno de ellos recibe más luz. En los Misterios Menores hay nueve

grados (3x3), y cuando el candidato transpone el noveno Arco, entra en el

Santo de los Santos que constituye el portal de salida a más dilatados

campos allende el alcance de la Masonería (1)

En adelanto y ascenso en la Masonería mística no depende del favor ni

pueden otorgarse hasta que el candidato lo merece por haber acumulado el

poder de adelantar, de la propia suerte que no es posible disparar una pistola

hasta que este cargada.

La iniciación no es más que el movimiento del

gatillo,

y consiste en enseñarle al candidato la manera de emplear sus

acumulados poderes.

Entre los obreros del Templo hubo algunos que se figuraron merecer el

ascenso a un grado superior sin haber acumulado el necesario poder, y, por

lo tanto, Hiram Abiff no pudo iniciarlos, y como ellos eran incapaces de ver

que las deficiencias estaban en ellos, se resistieron contra Hiram, como los

(1) Para mayor dilucidación del asunto, remitimos al

 lector a los capítulos de la obra Concepto

Rosacruz del Cosmos, que tratan de la Iniciación, de

la Erupción Volcánica y del número 9.

desmesuradamente ambiciosos candidatos de hoy día menosprecian y

desdeñan a un instructor espiritual que no puede darles inmediata

iluminación e inducción en lo invisible porque todavía están comiendo en

las “ollas de Egipto” y repugnan sacrificarse en el altar de la abnegación.

Los operarios descontentos entraron en una conjuración para estropear el

mar de bronce, la obra maestra de Hiram.


 

 
 
 


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 06/03/2016 23:34

LA REINA DE SABA

La leyenda masónica es voluminosa, circunstancial, vulgar y aún artificiosa

y fantástica para el profano que no acierta a descubrir el importante

significado subyacente en cada palabra; pero sólo expondremos los

fragmentos relacionados con nuestro capital objeto y las explicaciones para

enlazarlos.

Los sucesos que condujeron a la conspiración tramada contra el Gran

Maestre Hiram Abiff, a que nos referíamos en el capítulo anterior, y que

culminó en su asesinato, comenzaron con la llegada de la reina de Saba,

atraída a la corte de Salomón por referencias de la maravillosa sabiduría de

este monarca y el esplendor del templo en cuya construcción estaba

empeñado. Dicese que llegó cargada de soberbios presentes y que desde un

principio admiróle en extremo la sabiduría de Salomón. La misma Biblia,

escrita con arreglo al criterio de las Jerarquías Jehovísticas, insinúa que la

reina vió en la corte de Salomón a otro más gallardo, aunque nada concreta

sobre el particular. El matrimonio de Salomón con la reina de Saba no llegó

a consumarse, pues de lo contrario el nombre masón se hubiese desvanecido

hace largo tiempo, y la humanidad en general fuera hoy hija sumisa de la

iglesia dominante, sin opción ni albedrío ni prerrogativas. Tampoco podía

casarse con Hiram so pena de quedar quebrantada la religión. Ha de esperar

a desposarse con quien reúna las buenas cualidades de Salomón y de Irma y

esté libre de sus flaquezas. Porque la reina de Saba simboliza la compleja

alma de la humanidad, y al término de la obra de nuestra era o etapa

evolutiva, el alma será la esposa; y Cristo, a quien San Pablo llama Sumo

Sacerdote del orden de Melquisedec, desempañará el doble oficio de cabeza

espiritual y temporal, será sacerdote y rey, en beneficio eterno de la

humanidad en general que está ahora esclavizada a la iglesia o al Estado,

pero en consciente o inconsciente espera el día de la emancipación

simbolizada en el milenio, cuando descienda del cielo la maravillosa ciudad

de la paz, la Nueva Jerusalén. Y cuanto más pronto se efectúe esta

entrefusión, mejor será para el linaje humano. Por lo tanto, ya se intentó

esta entrefusión en la época y en el lugar donde según la leyenda ocurrió el

episodio del amor de Salomón y de Hiram. Allí las dos Ordenes iniciáticas

se concertaron con el intento de realizar una definitiva unión simbolizada en

el Mar de Bronce. Pro vez primera se intentó esta obra que no hubiera

podido llevarse a cabo anteriormente, porque el hombre no estaba todavía lo

bastante evolucionado; pero en este otro entonces parecía como si los

combinados esfuerzos de los hijos de Seth y los hijos de Caín pudieran

realizar la obra, y a no ser por el deseo que cada linaje tenía de quitarle al

otro el afecto de la reina de Saba o alma de la humanidad, se hubiera

conseguido una equitativa unión entre la Iglesia y el Estado y muy

poderoso impulso recibiera con ello la evolución humana.

Sin embargo, tanto la Iglesia como el Estado estaban celosos de sus

particulares prerrogativas. La Iglesia sólo admitía la unión bajo

circunstancia de que había de mantener todo su antiguo dominio sobre la

humanidad y asumir además el poder temporal. El Estado tenía análogas

exigencias egoístas, y la reina de Saba o humanidad en general permanece

todavía célibe. La leyenda masónica relata en los siguientes términos la

historia del intento y su fracaso.

Después que la reina de Saba hubo visto el suntuoso palacio de Salomón y

hubo hecho sus exquisitos regalos de oro y obras de arte, quiso ver también

el grandioso Templo, cuya construcción estaba, a punto de terminar.

Maravillóse mucho de la magnitud de la obra, pero le extrañó la aparente

ausencia de operarios y el silencio reinante en aquel lugar, por lo que le

suplicó a Salomón que llamara a los operarios para que ella pudiese ver a

quienes habían labrado tal maravilla; pero aunque los palaciegos de

Salomón obedecían el más leve deseo del monarca, y aunque el Dios

Jehová había ordenado a Salomón que edificara el templo, los operarios no

estaban sujetos a su autoridad, pues sólo obedecían a quien tenía

La Palabra y El Signo. Por lo tanto, nadie acudió al llamamiento de Salomón,

y la reina de Saba no pudo menos de inferir que tan maravillosa obra estaba

construida por alguien superior a Salomón. En consecuencia, insistió la

reina en ver y conocer al Rey de las Artes y a sus admirables operarios, con

mucho pesar de Salomón, quien sentía haber desmerecido en la estimación

de la reina.

El templo de Salomón es nuestro sistema solar, que constituye la gran

escuela de vida para nuestra evolucionante humanidad. Escritas están en las

estrellas las líneas generales de su historia pasada, presente y futura, y todo

normal entendimiento puede discernir su plan. En el esquema

microcósmico, el templo de Salomón simboliza también el cuerpo humano

donde el individualizado espíritu o ego evoluciona como evoluciona Dios

en el universo. La obra del verdadero templo se lleva a cabo por fuerzas

invisibles que actúan silentemente y edifican el templo sin golpeteos de

martillo. Así como el templo de Salomón fue visible en todo su esplendor a

la reina de Saba, así también se percibe fácilmente el trabajo de dichas

fuerzas invisibles, tanto en el universo como en el hombre, pero se

mantienen en el transfondo y actúan sin ostentación, ocultándose a todos los

que no tienen el derecho de verlas ni de mandarlas.

La relación entre estas fuerzas naturales y la obra que realizan en el

universo se comprenderá mejor con un ejemplo. Supongamos que un

albañil desea construir una casa para habitarla. Escoge el terreno, acumula

allí los materiales y después con las herramientas de su oficio comienza a

echar los cimientos. Poco a poco se levantan las paredes, se tienden las

techumbres, se completa el interior y se acaba el edificio. Supongamos

también que durante todo el tiempo que estuvo trabajando, un perro ( que es

un inteligente espíritu perteneciente a otra posterior oleada de vida

evolucionante) vigilaba sus acciones y el procedimiento de construcción,

viendo como iba edificando la casa hasta dejarla concluida. Pero el perro no

comprende bien lo que el albañil está haciendo ni cual es su propósito.

Supongamos asimismo que el perro fuese incapaz de ver al albañil ni de oír

el ruido del martillo y demás herramientas. En este caso se hallaría el perro

respecto del albañil como la humanidad en general se halla con relación al

Arquitecto del Universo y de las fuerzas que actúan bajo su mandato. El

perro sólo podría ver entonces los materiales que uniéndose lentamente

tomaban forma hasta terminar el edificio. También la humanidad ve el

silente crecimiento de la planta, del ave y del bruto, pero es incapaz de

comprender las causas de este crecimiento material y los cambios que

ocurren en el universo visible, porque no ve el innumerable ejército de

invisibles operarios que sigilosamente actúan en profundo silencio para

producir tales resultados. Tampoco responden los invisibles operarios al

llamamiento de quien no posee el signo y la palabra de poder, por muy alta

posición que ocupe en el mundo.

Los clérigos ponderan siempre la necesidad de la fe, mientras que los

estadistas dan mayor importancia y ponen toda su confianza en las obras.

Pero la fe manifiesta en obras es el supremo ideal de expresión.

La humanidad puede y debe admirar la elevación de sentimientos y la

brillantez de la oratoria; pero cuando un Lincoln quebranta las cadenas que

aherrojaban a una esclavizada raza, o un Lutero se rebela a favor de los

oprimido espíritus de la humanidad y les asegura la libertad religiosa, la

manifiesta acción de estos emancipadores revela una belleza d alma que no

se advierte en quienes se remontan a las nubes, pero temen mancharse las

manos en la obra del templo de la humanidad. Estos no son verdaderos

constructores de templos y serían incapaces de inspirarse en la

contemplación del maravilloso templo que describe Manson en El

Sirviente en la Casa. El autor se llama Man-son, que puede significar que

se considera Hijo del Hombre, auque también puede significar “masón”,

porque el siervo en la casa era asimismo constructor de templos.

Maravillosa intuición denota el autor del drama al trazar la escena en que su

siervo, el operario enamorado de su obra, le habla al mundano clérigo,

henchido de bajezas y tan vil como un sepulcro blanqueado, del templo que

había construido. Este concepto es una joya mística, y la exponemos para

meditación del lector. 

“Me temo que no sea capaz de considerarlo en toda su esencial importancia.

Se ha de examinar bajo cierto aspecto y en determinadas condiciones.


 

 
 
 


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: TATIS-7 Enviado: 02/04/2016 06:37

 



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