Maritza, me ha pedido que hablemos
sobre la humildad, le agradezco que lo haga, pues aun cuando la humildad es una
tremenda virtud y uno de los valores que nos ayudan a vivir en sociedad, hoy en
día no se habla de ella, está despretigiada porque se le confunde con la
debilidad, la pobreza o la falta de carácter. Conceptos totalmente erróneos,
porque humildad, es tener la conciencia y la valentía de conocerse así mismo,
con nuestros errores sin caer en depresión y con nuesras virtudes y
potencialidades, sin caer en el orgullo.
Definir la humildad es fácil, pero vivirla es una tarea permanente
dentro de nuestro plan evolutivo, por eso es mejor verla desde su opuesto, que
es lo que si conocemos bastante: el orgullo, porque “cada vez que el hombre
cede a la ansiedad, se aleja un paso del espíritu guiador de su corazón'. El
orgullo oscurece a Dios. Si quieres obtener la ayuda del cielo, aparta tu
orgullo; cualquier indicio de orgullo obstruye la luz salvadora, como si fuera
una gran nube.”1452
El
creer que no tenemos mayores méritos, no es más que una falsa humildad, un
autoengaño para no asumir nuestra responsabilidad ante la posibilidad de
enfrentarnos a lo desconocido. Es mucho más fácil el decir, no sé o no puedo,
que el poner nuestra voluntad y entusiamo para aceptar los desafíos que la
Maestra Vida nos pone en el camino, tanto en el plano material como en el
espiritual.
“De vuestros conceptos
erróneos, surgen vuestras falsas ideas de humildad y nace mucha de vuestra
hipocresía. El hombre puede ser un gusano en el polvo por su naturaleza y
origen, pero cuando lo habita el espíritu de mi Padre, ese hombre se hace divino
en su destino. El espíritu otorgado por mi Padre volverá con toda seguridad a la
fuente divina y al nivel universal de origen, y el alma humana del hombre habrá
llegar a ser, el hijo renacido de este Espíritu residente ascenderá
certeramente, hasta la presencia misma del Padre
eterno”1676
La
persona verdaderamente humilde, conoce sus propias limitaciones y debilidades, y
eso mismo la hace empática con los demás y no “comete el error de juzgar la
religión de otro, con sus propias normas de conocimiento y
verdad”".”1115