Entonces vamos a comenzar lo que tenemos para transmitirles hoy, recordando
a un gigante que, con audacia y con inteligencia, abrió los ojos al infinito,
modificando las creencias de la época: el canónico Nicolás Copérnico.
Paralelamente a las escuelas de Misterios, que trabajaron para ir
sembrando la semilla del conocimiento espiritual en el mundo, en
forma reservada y silenciosa para no despertar antagonismos y
hostilidad, paralelamente a ese esfuerzo, decimos, al finalizar el
siglo XV y comenzando el siguiente, un Nicolás Copérnico conmovió
las creencias del momento, al respecto de la realidad cósmica. Se
arrastraba por entonces, una creencia antigua dejada por el que se
llamó gran Aristóteles, cumbre de la inteligencia del momento y
maestro de Alejandro Magno – pero no iniciado – que establecía el
principio de que la Tierra, inmóvil en el espacio, estaba circundada
por el Sol y planetas que giraban a su alrededor. Además Claudio
Ptolomeo, matemático y astrónomo del siglo II, griego pero que
trabajó en Alejandría, robusteció la teoría asegurando que la
Tierra era inmóvil, porque si no – como decía la gente – si
la Tierra se moviera, los seres
humanos nos caeríamos de ella...
Amigos, eran creencias aceptadas a través de siglos. Apenas hacen
cuatro siglos y medio que un canónigo estudioso, que dedicó su
vida para la humanidad, estudiando e investigando, afirmó lo contrario.
Copérnico se doctoró en derecho canónigo en 1503 y además estudió
en la época Astronomía, Filosofía y Astrología; todavía estudió después
Medicina, llegando a recibir el título de Medico y completando su saber
hablando cinco idiomas. Es realmente el caso de un estudioso, que se
olvidó de sí mismo, no llegó a casarse. Vivió los últimos treinta años
de su vida recluído en su sala de estudios, en una torre, en Frauenburg,
una de las ciudades del norte de Polonia. Era en la catedral del lugar
donde tenía su recinto de estudios, y en los últimos treinta años de
su vida él no salió sino circunstancialmente. Fue un hombre de ciencia
por las noches y un trabajador durante el día, porque además de
sus estudios canónigos, profesionales, era Recaudador de
impuestos, Juez y Alcalde de la ciudad Con tal motivo se veía
esporádicamente obligado a salir; pero si no, vivía en su torre,
enclaustrado, podemos decir, en sus estudios. Sin instrumentos
apropiados – Galileo inventó el telescopio 65 años después – y sin
aparatos ópticos, consiguió descubrir una realidad astronómica, que
hoy se comprueba con aparatos sumamente perfectos, pero que él no
tenía. Parece que sólo disponía de un nivel y un cuadrante, muy
modestos, con los que hacía sus cálculos. Pero terminó escribiendo
el libro famoso, que reveló a la ciencia el movimiento de los astros
o cuerpos celestes alrededor del Sol. A los pocos años fue excomulgado
y el libro fue prohibido hasta 1822; por lo tanto varios siglos después, y
es una muestra más de cómo se suceden ciertos hechos en la Tierra.
Un sabio, que lo único que hizo fue trabajar para el bien de la
humanidad, le fue negado el conocimiento que procuraba dar, con el
objeto de corregir errores existentes. Es un medio incompleto en que
se mueve aún la humanidad. Los mejores inspirados todavía son
negados; pero pasa el tiempo, se comprueban sus
enseñanzas y finalmente son aceptadas y respetadas
No insistimos, porque caeríamos en ciertas críticas, que siempre
evitamos. Esta es una escuela de respeto a todos y que damos
libertad absoluta a todos por igual. Pero tenemos que determinar
ciertas realidades, para comprender por qué nos movemos aún
en la Tierra dentro de una etapa que todavía no es tan adelantada como debería ser.
Lo que queremos desenvolver hoy con este punto de partida, es la
felicidad que un ser, como él, disfrutó en toda su existencia. Vivió
desde 1473 hasta 1543; era de Acuario; una vida larga de 70 años.
¿En qué consistió la felicidad? En haber empleado toda su vida
para un bien general: en eso radica la felicidad. Y vamos a hablar
de este tema; interesa a todos. ¿Por qué no vivir desde este momento
en adelante con pleno gozo de felicidad, si nuestro principio es tan
cierto y nuestras posibilidades tan grandes? Nos sirve de ejemplo
un gigante, que se sacrificó toda la existencia, que no tuvo ningún
apoyo; nada más que decepciones tremendas. Y sin embargo fue
feliz, porque la felicidad no está en las cosas externas, sino en las
que podemos experimentar dentro de nosotros mismos, cuando
sabemos que estamos desenvolviéndonos bien.