Para que nuestra mente actúe como poder sanador ante el
estrés, es preciso que gracias a nuestra unión con nuestro espíritu,
erradiquemos de nosotros el miedo que es nuestro peor enemigo porque nos
paraliza y nos hace actuar en forma
totalmente irracional, por algo Jesús nos advirtió: “no estés constantemente con
ansiedad excesiva en cuanto a las necesidades diarias. No os atribuléis por los
problemas de tu existencia, en todas estas cosas orando y suplicando con un
espíritu sincero, despliega tus necesidades ante los ojos de tu
Padre.”1640
El manejo
del estrés requiere de cierto esfuerzo por parte de la persona, para hacer
cambios emocionales y físicos, en vez de culpar a las circunstancias o a las
otras personas. El grado de estrés y el deseo de cambiar, determinan el nivel de
cambio que ha de realizarse y que deben ser ejecutados cuando aparecen los
primeros síntomas, porque de lo contrario, somos incapaces de reconocerlos y nos
dejamos manipular por ellos. Es preciso que nuestro Yo Superior, ese que es
capaz de sentirse hijo de Dios, sea capaz de manejar los múltiples yoes de
nuestra personalidad, entre los cuales está el yo paranoico y
asustadizo
Estos cambios emocionales y físicos, los debemos hacer
en forma volitiva, conscientes que tal como nos lo decía Jesús debemos renacer,
dejar de lado lo que nos preocupa y contactarnos con el Espíritu divino que en
nosotros mora. Es preciso alejarnos del problema para poder verlo desde lejos
con más objetividad, porque “el creer en el evangelio, no prevendrá los
problemas, pero sí, asegurará que vosotros actuéis sin miedo cuando los
problemas ocurran.”1767
Al encontrarte “nacido del espíritu y feliz en el reino
de Dios, comenzarás a rendir en tu vida diaria los frutos abundantes del
espíritu.”381 Y entonces seremos capaces de derrotar no sólo al agotamiento del
estrés, sino a muchas otras enfermedades que tienen su base en el desorden
emocional que da origen a que nuestras células pierdan su unidad, porque no
debemos olvidar que la enfermedad no es otra cosa que la falta de orden de
nuestras células, la cual puede manifestarse en cualquier órgano o tejido y es
por eso que cada persona puede sufrir la misma enfermedad, pero su desarrollo se
manifiesta en forma distinta, los síntomas son particulares, porque cada
individuo es único, tanto en lo físico como en lo espiritual, porque es nuestra
mente quien rige las reacciones de nuestro
cuerpo.
yolanda silva solano yosis282@gmail.com