La única seguridad que tienes de
de un Dios personal, consiste en tu propio discernimiento
interior.
Libro de Urantia.
Pág.1107
En
los tiempos de Jesús, es probable que no se conociera el término alquimista y
tal vez por eso El nos habló de renacer, lo cual en el fondo es lo mismo, porque
se trata de cambiar nuestras pautas habituales de conducta para convertirnos en
personas nuevas, capaces de vivir con alegría, de saber sonreír,
porque estos dones, son las antesalas de la felicidad con la cual, no solo
podemos cambiar nuestro propio estado depresivo, sino también el entorno, porque
“todos formamos parte de un proyecto eterno.”364
El
alquimista, el hombre maduro no habla de miseria, trata de remediarla aun a
costa de sacrificar parte de sus comodidades.
No habla de paz, sino que la crea a través de sus obras, no descalifica,
no juzga, comprende y empatiza. No habla
de amor, lo brinda con naturalidad, a todo aquel que a él se acerque, porque
sabe que no “puede regocijarse en la paternidad de Dios, si ignora la
fraternidad con sus hermanos.”1454
Y
hablando de Dios, el alquimista, no lo busca en los grandes santuarios, no tiene
día ni hora fija para comunicarse con El, porque lo encuentra en todas partes y
a todas horas de la larga jornada. Dios,
deja de ser un ente lejano y se transforma en el amigo oculto en el fondo de nuestra alma y a quien podemos
acudir siempre y contarle todo, porque El lo entiende todo, porque por amor, se
hizo uno de nosotros para poder comprender mejor nuestra especie humana, de
origen animal sí, pero en la cual mora la chispa divina, que nos permite ser
todo lo que en verdad queramos Ser.
“La
única seguridad que tienes de de un Dios personal, consiste en tu propio
discernimiento interior, en cuanto a tu creencia en las cosas espirituales y tu
experiencia con ellas.” 1107
yolanda
silva solano yosis282@gmail.com