El progreso espiritual se
adquiere cuando el conocimiento se lleva a la práctica. Podemos acudir a muchos
maestros de esos que dan conferencias, o a esos otros que dicen ser videntes y
contactados de Ángeles y Jerarquías superiores, o incluso tomar como maestros a
diferentes autores porque en sus libros dan las pautas para que creemos un
mundo mejor según nuestros ideales más elevados, pero nada de eso se consigue
si no llevamos a la práctica el conocimiento aprendido. Podemos leer un párrafo
de un libro detenidamente, asimilar conscientemente lo que dice (eso ya es
conocimiento) y guardárnoslo como algo muy interesante para llevar a la
práctica, pero si no lo practicamos no comprobaremos su resultados que
servirían de aliciente para continuar cada día. Además, se nos olvidaría
quedando, por tanto, como un conocimiento olvidado, es decir, una oportunidad
de superación que se nos ha dado y que hemos desaprovechado. Estos maestros no
pueden hacer nada por nosotros porque están fuera de nosotros, para hacerles
nuestros maestros debemos experimentar internamente lo que dicen y entonces,
sus resultados, formarán parte nuestra y nos servirán de guía.
Seguro que muchos aspirantes
espirituales les gustaría haber asistido o asistir a una conferencia de alguien
que ellos consideren un maestro pero, si lo consiguieran, ¿qué harían después
de dicha asistencia? por lo general y en estos casos, ponerlo en práctica
durante unos días y luego guardarlo como una experiencia o recuerdo bonito. El
desarrollo, para cualquier aspirante, se adquiere con la práctica y es la
práctica la que eleva al aspirante y le hace sabio. No nos engañemos, todos los
días tenemos la oportunidad de elevarnos un poquito hacia al grado de maestro y
de desarrollar el Alma, sólo depende de nosotros y de nadie más. La
auto-programación (mencionada en alguno de mis libros y artículos) de nuestra
vida día tras día basada en los más elevados ideales, y la observación
consciente que debemos llevar a cabo con paciencia y persistencia, son los dos
aspectos que nos pueden facilitar la creación de un nuevo mundo interno y real
que nada tiene que ver con el que vivimos como personalidad. Es la construcción
de ese mundo imaginado y visualizado la que nos puede abrir la puerta a él, si
no le construimos con la práctica en nuestra vida diaria nunca podremos estar
dentro de él como maestro constructor.
Lo que nos gustaría ser o
alcanzar pero que está fuera de nosotros no lo podemos hacer nuestro excepto
que nos esforcemos y luchemos por conseguirlo, pero lo que alcancemos como
desarrollo del Alma gracias a la práctica de nuevos ideales y patrones de
conducta sí es nuestro y es parte de ese nuevo mundo que queremos construir.
Cuando dominamos nuestra mente, nuestros deseos y nuestras emociones podemos
controlar y dirigir la palabra y la acción, sólo así, como observadores
conscientes de nuestras manifestaciones, actuamos en verdad y sobre la
realidad. Todo lo demás se queda en hechos pasajeros que tarde o temprano se
olvidan y que solo sirven como entretenimiento para el hombre común que,
egoístamente, solo piensa en el disfrute de los placeres y en lo material. Si
no nos auto-descubrimos gracias al conocimiento puesto en práctica no
percibiremos ni siquiera la diferencia que hay entre la vida común (como la de
cualquier persona) y la vida del Espíritu, es decir, el comienzo de una
iluminación o iniciación; y es que esa luz y esa iniciación la debemos
construir en nuestro interior para poder experimentarla.
Nada de lo que perciben nuestros
sentidos nos puede ser útil si no tiene un efecto real y verdadero sobre
nuestra Alma o Ego, sólo lo que se relaciona con el Ego nos ayuda a construir
el nuevo mundo en el que deseamos vivir. Es cierto que el conocimiento ayuda,
pero lo hace más que nada para que descubramos la verdad del Alma y que puesto
en práctica nos hará ver la realidad que está por encima de la mente. Tenemos dos posibilidades o maneras de
actuar para progresar: uno sobre lo que comúnmente somos, (como autómata que
actúa por instinto y según patrones mentales y de conducta) y que debemos
comenzar a aislar desde la posición de observadores de nosotros mismo situados
por encima de la propia mente automática y personal; y dos, sobre el que se
vive en la realidad (auto-observado y auto-controlado consciente y
voluntariamente) que, a su vez, debe trabajar sobre lo anterior hasta
minimizarlo en sus quehaceres diarios.
La Realidad, la Verdad, debe ser
conquistada para hacer que nazca en nosotros y mientras nos dejemos llevar por
las emociones, por los deseos y por la mente concreta y personal no lo
conseguiremos porque la realidad está por encima de todo eso y sólo puede ser
reconocida desde el plano del Alma. Con la mente ordinaria con la que
trabajamos a diario no podemos descubrir ni vivir en ese mundo del Alma, sólo
cuando estamos atentos a lo que decimos, sentimos y pensamos como aspirantes
espirituales podemos situarnos por momentos en el plano del Ego. Esto es como
cuando, aunque tarde, nos damos cuenta de que hemos actuado mal, es decir, es
estar tan atentos a nosotros mismos (auto-recordándonos constantemente) que no
quepa la mínima oportunidad de actuar mal porque todos los vehículos de
manifestación del Alma están controlados.
La filosofía oculta, la
metafísica, la cábala, las religiones, la nueva consciencia actual, etc. son
conocimientos que tarde o temprano nos hacen comprender que todo está en Dios o
que todo es Dios, y es esta comprensión la que nos llevará a buscar a Dios en
cualquier sitio como personalidad. Pero hasta que el conocimiento no haga
elevar la conciencia un poco más allá
del común de la humanidad, no estaremos preparados para comprender que Dios
está dentro de nosotros y que sólo tenemos que saber llevar a la práctica dicho
conocimiento para poder tener un pequeño vislumbre de la Realidad o Verdad.
Cuando comenzamos a vivir en ese nuevo mundo real comenzamos a comprender que
Dios también está dentro de los demás por muy diferentes (evolutivamente
hablando) que sean de nosotros. Cuanto más vivimos en la realidad que está por
encima de la personalidad más cerca estamos de Dios y de Su Verdad, lo que nos
falta para vivir en el plano de la Realidad es “conocimiento” que después
deberá ser llevado a la práctica en nuestra auto-programación diaria.
Estamos en el mundo en el lugar
que nos corresponde y con las personas que debemos estar porque tenemos o
debemos tener alguna relación con ellas, por tanto, ocurra lo que nos ocurra
sólo tenemos dos formas de actuar y de responder: primera como personalidad o
segunda como Egos. Como personalidad nos enfadaremos cuando no nos salgan las
cosas como deseamos, cuando alguien nos haga cualquier cosa que nos moleste o
no esté de acuerdo con nosotros, y así en infinidad de hechos que nos hacen
sufrir física y psicológicamente. Como Almas entenderemos que ciertas cosas
deben ser así, que debemos tener siempre una sonrisa ante los problemas y
personas que nos perjudiquen, que las personas que nos rodean están ahí porque
algo tenemos que aprender de ellas, que todo lo que hagamos afecta a este mundo
creado por Dios y a nuestra propia Alma, etc.
Lo que es el mundo y la sociedad
es también gracias a nuestras acciones y forma de pensar, como podemos
ver, nuestro mundo no es precisamente un
mundo ideal sino el fruto de la ignorancia aun con buenas intenciones por parte
de algunos; si queremos transformar este mundo primero debemos transformar el
nuestro para así poder servir de ejemplo. No es nada fácil que un aspirante
espiritual pueda cambiar el mundo pero todos unidos sí lo conseguiremos si
hacemos oír nuestras voces, aun así, el aspirante a la vida superior que
observa y controla la personalidad vive en este mundo pero cada día está un
poco más tiempo en el del Alma
Dentro de nosotros tenemos el
poder de estar por encima de la mente y, por consiguiente, pensar y hacer el
bien o el mal. Actuando como el verdadero Ego no sólo nos liberamos de este
mundo personal sino que, a la vez, creamos un futuro lleno de dicha y
felicidad. Es desde ese nivel de desarrollo espiritual desde donde podemos
pensar que aunque nuestro cuerpo físico muera nosotros no morimos porque
estamos por encima de lo que muere. Es tiempo de despertar a un nuevo mundo, a
una nueva conciencia que esté por encima de los odios, rencores, egoísmos,
materialismos, críticas, envidias, venganzas, etc., y eso solo se puede hacer
transformando la personalidad gracias a ponernos como observadores de nosotros
mismos y pensadores voluntarios y conscientes. Entonces y si hacemos una
correcta y cada día superior auto-programación matinal experimentaremos esa
ampliación de conciencia que algunos no se pueden ni imaginar.